Del patio de Agustinas al oro Europeo
La riojana Adriana Díaz, formada en el Promete y jugadora del Estudiantes madrileño, se proclama campeona del continente con España Sub'18
No había sonado todavía la bocina y las lágrimas ya empezaban a inundar el rostro de Adriana Díaz. La riojana lloraba de emoción, de alegría ... y de incredulidad por ser protagonista de una gesta que llevaba al país a lo más alto del baloncesto continental. Abrazada a dos de sus compañeras, con las piernas temblando y la voz rota, repetía una frase que le salía desde dentro: «Tías, lo hemos hecho». Y minutos después, aun teniendo la medalla colgada de su cuello y el trofeo entre las manos, seguía sin creérselo. España acababa de proclamarse campeona de Europa Sub'18 y ella, una joven de apenas 17 años que empezó a botar el balón en el patio de su colegio, formaba parte de esa historia.
Decir que el idilio de Adriana con el baloncesto comenzó en Agustinas no es una mentira, es una verdad a medias. Y es que fue durante los recreos donde se dio cuenta que este deporte le llenaba más que otra cosa en el mundo, aunque esta pasión ya corría por sus venas desde la cuna. «Mis padres siempre han jugado al baloncensto –su madre jugó en el equipo femenino de Las Gaunas–, siempre han tenido muchísimo amor por este deporte y me lo quisieron transmitir», rememora.
«Sabíamos que teníamos opciones, pero también que nos podíamos ir en cualquier momento. Jugar en casa ha sido clave»
El balón era una extensión de su mano y del patio del colegio de Agustinas decidió dar el salto al Promete. Allí se formó, se entrenó duro y fue subiendo vertiginosamente de categorías, amén de contar con talento innato, empezando a hacerse un hueco entre las mayores, si bien la idea de dedicarse profesionalmente a ello no sobrevolaba su cabeza aún. «La verdad es que nunca lo veía como una opción real. Al final, La Rioja es muy pequeña y lo que haces aquí no te hace pensar que puedas llegar muy lejos. Pero cuando empecé a jugar fuera, a escuchar comentarios de entrenadores, fue cuando empecé a pensar que podía dedicarme al baloncesto», explica.
Con 13 años recibió la llamada del Estudiantes y tomó la decisión de dejar su casa, su familia y sus amigas para emprender una aventura en la capital. «Llegué con 14 años y pasé de una vida tranquila en Logroño a la locura de Madrid. Aquí todo es enorme, todo va a otro ritmo y, sobre todo, otra forma de vivir el baloncesto... pero tenía claro que quería intentarlo», añade con madurez y orgullo.
Hoy forma parte de la dinámica del primer equipo y ha debutado en Liga Femenina. «Esta última temporada he estado en el júnior y la idea es que durante el año cuenten conmigo para que vaya sumando minutos con el vestuario de la máxima categoría. El objetivo es asentarnos en el baloncesto profesional», asegura.
Pero este verano lo que ha marcado su vida ha sido vestir la camiseta de España. «La primera vez que me llamó la selección tendría unos 14 años. En esas edades llaman a una de cada comunidad y yo pensé: 'bueno, ya está, voy, lo disfruto y ya'. Pero me lo pasé tan bien, hice amigas... y empezaron a contar más conmigo», detalla Adriana.
«Esta temporada he estado en el júnior de Estudiantes y la idea es que este año cuenten conmigo para el primer equipo»
Y llegó el Eurobasket Sub'18 celebrado estos días en La Palma. Treinta y tres días de concentración, entrenamientos y sacrificio. «Sabíamos que teníamos opciones, pero también que nos podíamos ir en cualquier momento. Haber jugado en casa ha sido clave. El apoyo de la gente en la grada nos hizo sentirnos más fuertes». La semifinal ante Francia fue un punto de inflexión. «Era un hueso durísimo, pero fue un sueño. El pabellón volcado, un ambiente increíble… Nos empujaron cuando más lo necesitábamos». Y llegó la final, ante Finlandia. «Ayer –por el domingo– ya fue un día de disfrutarlo. Era poner la guinda a todo el trabajo del mes. Estuvimos brutales, lo dimos todo».
En un equipo lleno de talento, Adriana era la única riojana. «Para mí también es un orgullo representar a mi tierra. Saber que muchas niñas, como yo hace unos años, pueden verme y pensar que también pueden llegar. Me hace mucha ilusión que me escriban amigas con las que he jugado, hermanas pequeñas de antiguas compañeras, gente de mi cole… de verdad que me llena el corazón», asegura emocionada.
Ahora, por fin, llegan unos días de descanso. «No he tenido vacaciones. Ahora intentaré descansar aunque seguiré entrenando, claro. Con el Estudiantes volvemos a mediados de agosto». Su voz aún está algo ronca, consecuencia de la emoción, los gritos en el banquillo y una celebración que, como el oro, quedará para siempre en su memoria.
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