Jenaro Díaz
Jenaro Díaz sale de la entidad blanquiazul después de ocho años, siete de ellos al frente del primer equipo capitalino
Se cierra una etapa en el Club Baloncesto Clavijo. La entidad blanquiazul y Jenaro Díaz separan sus caminos después de ocho años juntos, siete ... de ellos como entrenador del primer equipo capitalino y otro más como director técnico. El entrenador asturiano quiere hacer un balance positivo y solo habla de una mala etapa, muy personal y en la que reconoce que el baloncesto le sirvió como vía de escape.
– Jenaro Díaz se va del Clavijo.
– Tiene pinta, ¿no? Digo tiene pinta porque ya es la tercera vez que me echan aquí, entonces nunca sabes si va a ser la definitiva o no, pero parece que sí. Se ha acabado un ciclo muy bonito de ocho años por el que estoy muy agradecido a todos los que me han acompañado en este camino, que ha sido súper bonito. LEB Plata, conocer la LEB Plata, con los primeros años complicados, luego tres temporadas en 'play off', subir a LEB Oro… Muy bonito y muy agradecido a todos.
– ¿Con qué se queda?
– Con todo. Tengo que estar muy agradecido al Clavijo, a Logroño, a la gente. La verdad que veo solo el lado bueno. No soy nadie para juzgar, ni para enfrentarme a nada. Me quedo quizás con algún partido muy loco que hemos ganado fuera de casa, con seis o siete aficionados que habían ido, y me quedo sobre todo con la sensación del año pasado en LEB Oro, que estábamos para bajar y la gente seguía trabajando muchísimo. Estoy muy agradecido, muy agradecido a todos.
– ¿Y las cosas malas?
– No me paro ahí. Siempre que no aceptas la vida, la espina va a ser un puñal después. Intento aprender, intento mejorar, intento seguir jugando y seguir disfrutando, no me paro ahí.
– ¿Qué futuro le desea al Clavijo?
– Le deseo lo mejor. Y ya estando fuera no soy nadie para opinar lo que hacer o lo que no hacer. Creo que hay que opinar cuando tienes toma de decisiones y cuando estás implicado. Ahora afuera les deseo lo mejor, deseo que el año pasado haya sido un año de aprendizaje y de ahí para arriba y que vaya lo mejor posible.
– Ahora se medirá a otro equipo de la ciudad, el Logrobasket.
– Es una alegría que haya más baloncesto en la ciudad, yo creo que cuanto más haya, mejor, porque algún día habrá más baloncesto de calidad, y saldrán más niños. Espero que vaya bien para todos.
– ¿Con qué personas se queda?
– Estoy agradecido a muchos jugadores. Miguel de Pablo, A Eric Quintela… Se me ocurren muchos, no me gusta nombrarlos porque siempre te dejas alguno. Hugo Arbosa aquí ha peleado para ser jugador; Kevin Torres estuvo dos años conmigo de pegarse cada día para mejorar. Les veo con mucho amor. También en este proceso me ha acompañado mucho Juan Bernabé. Ha sido una persona que me ha dado mucha paz, que solo se metía en cosas puntuales cuando había cosas muy mal. Y la gente nueva que ha entrado y que ha ido creando otra cosa diferente. Y no porque tengan opiniones o quieran hacer cosas diferentes me parece peor. Tanto Eduardo (Sainz), Jesús (Ilarraza), Félix (Sanz), les deseo lo mejor. Me han acompañado mucho tiempo y yo creo que el ser humano es muy injusto en eso. Hacen 100 favores, no te hacen el 101 o el 102 y te quedas con el 101 o el 102. No, les deseo lo mejor y que les vaya muy bien.
– Ha sido una etapa larga.
– He estado once años en la selección, siete u ocho en el Khimki. Siempre he estado tiempo en los equipos. Me hace mucha gracia porque dicen eso de que Jenaro es muy visceral, pero no hay entrenadores que estén 8 años en los sitios, no los hay. Soy visceral porque me gusta que todo vaya para arriba, pero me adapto mucho al sitio y aquí he estado de maravilla, de maravilla.
– ¿Cuánto ha cambiado el Clavijo al que llegó del que deja?
– Ha cambiado mucho, lo que pasa que cambia muy rápido. Ya no tiene nada que ver con el Clavijo que yo tuve en LEB Plata, o en LEB Oro. Es diferente, es una estructura diferente y una manera de funcionar diferente, o sea, cada año cambia el Clavijo, no es algo que haya una construcción y luego se mantenga. Yo tenía un cuerpo técnico el último año con Pichel, que era un lujo, con Jesús González Aranda, con Sergio Cuesta, con Asier Palacios. Era un cuerpo técnico de los mejores de LEB Oro, aunque no consiguiéramos resultados. Yo cuidaba mucho todo eso. Pero cada año se va cambiando y es normal, la vida es cambio.
– Yahora, ¿qué plan tiene?
– Primero hay miedo a no encontrar, yo ahí utilizo mucho la herramienta de mirar el pasado. Ya me han pasado varias veces de estas. Tengo la esperanza de encontrar algo que me guste y volver a construir. Por ejemplo, este año, en una dirección técnica encubierta, al principio con peso porque elegí a los cinco jugadores que iban a ser parte de la parte Clavijo del equipo (se refiere a los que no llegaron desde Baskonia). Después me he quedado con un equipo infantil con el que he estado encantado, por la atmósfera, la capacidad de trabajo, el corazón, la humanidad. Estoy muy agradecido.
– ¿Hubo algún momento realmente malo?
– Pasé un mes y medio muy malo (se emociona, tiene que parar y los ojos se le llenan de lágrimas) cuando mi hijo estaba muy enfermo. Venía desde Bilbao porque estaba en la UCI y las tardes se entrenaba el Clavijo, pero los jugadores estuvieron fantásticos. Fue muy duro. En la cancha, en el juego, siempre muy bien y siempre agradecido al esfuerzo de todos, pero este mes y medio lo guardo con dureza. Además el baloncesto me ayudaba a evadirme un poco de todo y me ayudaron mucho los jugadores.
– ¿Se ha sentido querido?
– Muy querido. He metido la pata, con las jeneradas. La jenarada de sacar el dedo a dos aficionados, porque parece que lo hice en medio del campo, a todos, y fue a dos aficionados. Fue una impotencia de llevar el coche al límite en un partido debido a que estábamos igualados y estuve muy mal. Pero tengo que decir que el cariño de la afición lo he tenido siempre. Incluso este año un día en el Palacio gritaban mi nombre y me hizo mucha gracia.
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