Un reconstituyente propio del invierno: caldo casero de pollo
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Comensales
4
Categorías
Comida o cena
Ingredientes para 5 litros
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2 carcasas de pollo. 6 alitas de pollo o 2 muslos. 1 hueso de rodilla de ternera. 1 cebolla. 1 nabo. 2 puerros. 1 patata. 1 ramillete de apio. 2 zanahorias. Perejil. 2 hojas de laurel. Aceite de oliva. Pimienta. Sal
Preparación
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En una cazuela grande se ponen a dorar primero los ingredientes. En el aceite caliente, se doran las piezas de carne y se retiran en una fuente. Después, se pochan ligeramente las verduras troceadas. Una vez estén hechas, se añade de nuevo la carne, el laurel, el perejil, la pimienta y se añade agua hasta cubrir. Se elimina la espuma de la superficie. Se tapa la cazuela y se cuece a fuego medio durante 1,5 horas. Una vez pasado el tiempo, se añade sal al gusto y se cuela.Se deja enfriar en el frigorífico 4 horas y se desgrasa. El tiempo estimado de elaboración es de 2 horas.
Es la época perfecta de consumir un alimento como el caldo, ya que se trata de un plato que es reconstituyente, que ayuda a entrar ... en calor, saciar, aportar nutrientes extras a las comidas y por supuesto, hidratar.
Su efecto es inmediato, ya que se siente inmediatamente ese reconfortante aroma cuando está recién hecho, y parecen casi mágicos cuando el comensal se está recuperando de un resfriado o cuando se vuelve a casa tras un día pasando frío. Son mucho más que agua con sabor. Son un viaje por la tradición, la salud y el sabor.
Han trascendido culturas y modas culinarias. En todas las partes del mundo existe una versión propia, desde el clásico consomé francés hasta el miso japonés. En cada rincón, el caldo se adapta a los ingredientes y costumbres locales, pero siempre mantiene esa esencia de ser reconfortante y nutritivo. En nuestro caso, el típico caldo de verduras, de ave o de cocido, acompañado de unos fideos, es la manera tradicional de consumirlo.
Los caldos son ricos en vitaminas hidrosolubles, fibra y muchas veces, en proteínas
Es una de las mejores opciones en dietas de bajas en calorías. Si se está buscando algo ligero pero lleno de sabor, un caldo es perfecto. Además, los caldos hechos con huesos contienen colágeno y minerales que pueden ayudar a mejorar la piel, las articulaciones y hasta la salud intestinal.
Elemento clave
Lo mejor de los caldos es su versatilidad, ya que es compatible con dietas proteicas, dietas vegetarianas, de control de peso o simplemente como potenciador de recetas saludables. En algunos casos, incluso es la clave del sabor de una receta como un arroz o un guiso. Además, son una fuente de hidratación. Durante enfermedades o en días en que el cuerpo pide algo suave, un caldo aporta líquidos, electrolitos y un toque de sal que ayuda a recuperar el equilibrio en el organismo. Si se está en una dieta baja en carbohidratos, como la keto, los caldos con grasas saludables pueden ser un complemento perfecto. Y si el objetivo es mantener una dieta alta en proteínas, enriquecerlos con pollo, pescado o tofu es una gran idea. Existen innumerables tipos de caldos, con distintas propiedades nutricionales en función de los ingredientes utilizados, pero en general, son ricos en vitaminas hidrosolubles, fibra y en caso de contener legumbres, carne o pescado, altos en proteínas.
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