La cocina riojana despidió a Jesús Álvarez, fundador del Mesón Chuchi

Desde entonces, pero principalmente en sus primeras décadas de vida, el restaurante (ubicado en la entrada principal del municipio desde Logroño (carretera de Vitoria, 2) fue uno de los grandes referentes de la comida tradicional riojana. Después, la imposibilidad legal de beber vino en las comidas si se ha de coger el coche (algo imprescindible para la mayoría de sus clientes que no eran residentes en el municipio) relegó al Mesón Chuchi a un lugar más discreto en el Olimpo gastronómico popular.

Jesús Álvarez, Chuchi, siempre apostó por elaboraciones tradicionales a partir, en muchas ocasiones, de producto local de máxima calidad o si era necesario (como en el caso de los pescados) traídos de fuera, pero manteniendo su frescura y un estándar de calidad que en su local alcanza grandes cotas.

Los platos del Mesón Chuchi no necesitaban de aditamentos que disimularan defectos o escondieran un producto discreto. La brasa o el horno son elementos que remarcan la sinceridad de los cocinados y dos herramientas fundamentales en el establecimiento de la entrada de Fuenmayor.

Chuchi dominaba los asados, lo mismo carne que pescado, y eran parte de lo que le había hecho labrarse una buena fama entre los aficionados riojanos a la buena mesa, y también entre muchos de los visitantes foráneos de Fuenmayor (y de toda la Rioja Alta) a los que no les importaba hacerse algunos kilómetros más para sentarse en unas mesas que tuvieron gran relevancia en los últimos años del siglo pasado, cuando el boom gastronómico aún no había explotado en La Rioja y el Mesón Chuchi que dirigía Jesús figuraba como una de las grandes referencias autonómicas.

En su carta siempre aparecían junto a esos asados, además, verduras frescas de temporada de la huerta riojana y unas reconocidas patatas con chorizo (o patatas a la riojana, para los comensales de fuera de la comunidad).

La bodega del Mesón Chuchi, una de las más ricas y variadas del sector hostelero riojano, también añade atractivo a un local que se convierte en templo para los hedonistas.

Pero durante su tiempo de máximo esplendor, el Mesón Chuchi de Fuenmayor fue mucho más que un restaurante. Jesús Álvarez fue gran aficionado al fútbol y fiel seguidor del Club Deportivo Logroñés, al que apoyaba cuanto podía. En las mesas del Mesón Chuchi (además de celebrarse comidas entre directivas) se gestaron algunas operaciones importantes para los intereses blanquirrojos, con fichajes de jugadores en torno a una mesa y un mantel (que es como se hacen los grandes negocios en La Rioja) y es que el restaurante ofrecía el entorno necesario para reposadas conversaciones en torno a una buena comida y su correspondiente sobremesa, tanto deportivas, como empresariales e incluso políticas, puesto que el Mesón Chuchi fue –en alguna ocasión– lugar de encuentro entre dirigentes del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en momentos en los que el diálogo entra ambas fuerzas debía hacerse con discreción.

Una parte de su legado gastronómico lo ha recogido desde hace ya bastantes años su hija Esther, que después de haberse formado junto a él y tras contraer matrimonio con Tomás Fernández, abrió su propio restaurante –Alameda– a pocos metros del establecimiento familiar. Esther Álvarez sigue las directrices que siempre marcó su padre: producto de la máxima calidad posible, carnes y pescados a la brasa, y guisos tradicionales tratados con el mimo de una guisandera de toda la vida, y eso ha hecho que junto con la mano de su marido en la parrilla, hayan hecho del Alameda otro templo gastronómico y hayan situado a Fuenmayor prácticamente al mismo nivel culinario de Ezcaray, Cuzcurrita o incluso Logroño.