Flor de Libertad Pertierra es artista multidisciplinar y diseñadora gráfica. Creó su marca de moda elaborando prendas con algodón orgánico y seda 'upcycled' de kimonos ... japoneses vintage. También se dedica a la joyería, cerámica, pintura y fotografía; e imparte talleres de dibujo urbano, dioramas, acuarela y pintura sumi-e. Ahora nos presenta en La Casa del Libro, hasta el día 31 de marzo, 'Instantes de tinta (pintura sumi-e)', cuadros firmados, con su sello correspondiente.
Pintura diferente a la occidental, en la que el artista se desliga de la responsabilidad de hacer una obra magistral y perdurable, porque ya la hicieron los grandes maestros.
La regla de la 'pincelada única' dota a la pintura de un ritmo espiritual que sigue el impulso del corazón y la mente. Iniciarse en su aprendizaje es adentrarse en un camino de armonía y serenidad que ayuda a recuperar la paz interior, reduce el estrés, da el espacio-tiempo que tanto necesitamos, permite practicar meditación activa y reconciliarnos con nosotros mismos y nuestro entorno.
La práctica sumi-e les vendría bien a nuestros políticos, que andan de los nervios (sobre todo los chaqueteros, visitadores y tendentes a convertir a la mujer en florero), posando poco caballerosamente delante de ellas, por bien formadas que estén (en todos los sentidos). Parece ser que a base de aguantar relegamientos en público (a saber qué acontece en privado) ellas van adquiriendo méritos en el partido. El líder debería ser bien educado, o de lo contrario ser llamado a capítulo, porque comportamientos como el apuntado lindan con la villanía. ¿Verdad, Penélope?
También vendría bien a pintores rabiosamente contemporáneos para sedar el desasosiego que padecen por lograr algo extremadamente original y nuevo. Y, sobre todo, les evitaría que prolapsasen tanto el papo y estirasen tanto el cogote, ademán que, además de vanidoso, resulta feo.
Sumi-e significa pintura con tinta. Originaria de China, fue extendida a Japón gracias a los monjes budistas. Suele representar las cuatro estaciones del año, 'los cuatro caballeros': el ciruelo en flor , la orquídea silvestre, el bambú y el crisantemo. Pintura naturalista, esencial, como una extensión de la caligrafía, que, nacida de la filosofía taoísta, se basa en el respeto a la naturaleza. Pinceladas suaves sobre papel, dejándose llevar, sin pretensión figurativa.
Los elementos de la obra aparecen entre manchas y líneas de forma sencilla, sin tratar de controlar la pincelada; solo de conocer al artista, que no suele detenerse en los detalles, más bien trata de vivir en armonía con el camino, asentándose en la naturalidad, la simplicidad y la espontaneidad. Se empieza estudiando los cuatro caballeros y después se van creando motivos florales, árboles, paisajes.
Eso. Caballeros es lo que necesitamos entre los políticos y entre los artistas.
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