El nuevo estudio sobre las Glosas sostiene que son copias de otras «hoy perdidas» también originarias de Suso
El nuevo estudio «acrecienta aún más la importancia del 'scriptorium' medieval» de San Millán
El nuevo estudio sobre las Glosas presentado este jueves en la RAE destaca la certeza de la existencia de glosas anteriores a las ya conocidas ... en otros manuscritos «hoy perdidos» del Monasterio de Suso. De este modo la investigación acrecienta aún más la importancia histórico-lingüística del scriptorium emilianense, su papel protagonista en el conjunto de las glosas hispanas y su influencia en otros como el silense. Es una de las principales novedades dadas a conocer este jueves en la Real Academia.
La 'Edición crítico-filológica de las Glosas Emilianenses y Silenses' (distribuida en cuatro volúmenes, de los que se ha lanzado el primero de ellos) ha sido editada por la Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado y la Fundación San Millán de la Cogolla con la participación de la RAE y la RAH. En su presentación participaron los académicos José Antonio Pascual, director del Instituto Historia de la Lengua de Cilengua; y Juan Gil, miembro del Consejo Científico de Cilengua; así como el director del proyecto y director del Instituto Orígenes del Español de Cilengua, el riojano Claudio García Turza.
Un modelo emilianense
Entre las novedosas aportaciones que revela este nuevo estudio, los expertos subrayan la conclusión de que «muchas glosas léxicas, que se interpretan por sistema como creaciones originales, son en realidad copias preexistentes en otros manuscritos de Suso, hoy desconocidos». Es decir, «bastantes glosas copian otras de un modelo anterior hoy perdido, pero que tuvo que ser elaborado también en el propio escritorio de la Cogolla». Una certeza que «acrecienta la importancia histórico-lingüística de las Glosas Emilianenses, ya que la fecha de la creación de muchas de ellas en el mismo monasterio de San Millán debe adelantarse obligadamente (en estos casos, sobre todo, los argumentos específicamente lingüísticos ayudarán a una mayor precisión de su antigüedad)».
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Para entender bien lo innovador de estos datos, aportaron como ejemplo el testimonio de las Glosas Silenses, que, según sostienen los especialistas, «no son originales sino copia (así como su texto latino de base) de un modelo emilianense».
Otras consecuencias del innovador planteamiento aplicado a esta edición son que, junto a los argumentos paleográficos o lingüísticos (que predominan en los estudios realizados hasta hoy), el origen y el complejo proceso articulador de las glosas que debe analizar la filología «constituyen un factor fundamental para establecer con seguridad las fechas de su creación». «También cabría cuestionar la atribución generalizada del origen vascuence del glosador emilianense, así como su condición de estudiante o profesor de latín y no debería descartarse este nuevo planteamiento como posible explicación de la fluctuación lingüística del primitivo romance hispánico, atribuida a la cantidad de prejuicios cultos o arcaizantes».
En este nuevo planteamiento, además, no se ha desatendido ningún detalle. Así, las notas marginales latinas, escasamente valoradas hasta hoy, pueden ser también fuente de interesantes aportaciones en el futuro.
Con respecto a la publicación de la edición facsímil del Códice Emilianense 60, que la Fundación San Millán encargó a Factum Arte, supone que, por primera vez, se va a contar con una reproducción fiel e íntegra que permite una mejor lectura de algunas glosas a los estudiosos y su exposición pública, lo que también aporta un importante valor didáctico y divulgador.
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