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Bernardo Atxaga. Archivo
Bernardo Atxaga, Premio Nacional de las Letras 2019

Bernardo Atxaga, Premio Nacional de las Letras 2019

Se premia al creador de los mundos de 'Obaba' por una obra impregnada de poesía y por modernizar las lenguas vasca y castellana | Considera el bilingüismo como una riqueza y cree que le ha favorecido para ganar el premio

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Lunes, 11 de noviembre 2019, 12:49

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El Premio Nacional de las Letras consagra la singular carrera y el magisterio bilingüe de Bernardo Atxaga, narrador, poeta, dramaturgo y ensayista vasco, y ganador este lunes del segundo galardón institucional tras el premio Cervantes. Lo recibe satisfecho e irónico, y tras anunciar que se despedía de la novela con 'Etxeak eta Hilobiak' (Casas y tumbas), un juego de «prestidigitación» que se publica en castellano en febrero. «Ganar este premio antes de los 150 años es una alegría», bromeó el escritor recordado que hace ya casi medio siglo publicó su primer libro y reconociendo que escribir en euskera y castellano ha podido favorecer la concesión del galardón.

Se premia al creador de los mundos de 'Obaba' «por su fundamental contribución a la modernización y a la proyección internacional de las lenguas vasca y castellana», a través de «una narrativa impregnada de poesía en la que ha combinado de una manera brillante realidad y ficción». Así lo destacó el jurado del galardón que Cultura concede anualmente. Está dotado con 40.000 euros y distingue la labor literaria de un autor español, cuya obra esté considerada como parte integrante del conjunto de la literatura española actual en cualquiera de las lenguas españolas.

Bernardo Atxaga es el seudónimo literario de Joseba Irazu Garmendia (Asteasu, Guipúzcoa, 1951), conocido sobre todo por su imaginario mundo de 'Obaba' que apareció en su narrativa hace ya cuatro décadas. La mayor parte de su obra, escrita y publicada en euskera, puede leerse en hoy 32 lenguas. Cultivador de todos los géneros -novela, poesía, teatro, ensayo, o literatura infantil- es también autor de letras para canciones de artistas pop, folk y rock.

Casi cinco décadas de andadura narrativa han convencido de que «las palabras pueden ser más venenosas que las serpientes» y de que «en física como en literatura, la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta». «Si quieres contar como se va desde A hasta B, está muy claro que no hay que andarse con circunloquios ni meandros que no le sientan bien a la historia», suele explicar Atxaga, que recurre a un estilo directo y un lenguaje «muy suelto y ligero».

Retraído

Recibió el galardón aislado del mundanal ruido, atendiendo con fastidio a un teléfono que echaban humo. Una situación habitual y provechosa para el retraído escritor vasco, que prefiere escribir muy alejado de las realidades que retrata y de su ámbito más habitual. Asegura que, en el fondo, los lugares aislados «equivalen a Obaba». No en vano 'Obabakoak' fue escrito durante una estancia en Escocia y otra de sus premiadas novelas, 'El hombre sólo', en otra larga estancia en la ciudad francesa de Montpellier.

Casas y tumbas, su última ficción, gira en torno a unos amigos de infancia de un pueblo de Euskadi que fueron compañeros de la mili en El Pardo antes de la Transición. Sus historias, cruzadas con sus emociones y secretos, recorren varias décadas de la historia de España entre Madrid, Euskadi y el sur de Francia. «No es más que la vida, que transcurre entre dificultades, como hilos de agua entre las piedras», anticipan sus editores de Alfaguara.

Como todos su libros, se gestó en las notas que garabatea en los márgenes de libros y catálogos, como sus poemas y canciones desperdigados en miles de hojas. Lo que Atxaga denomina 'Marginalia' y que es su catapulta creativa. El premio le llegó «haciendo inventario, mirando por los rincones de la cocina par ver qué hago con lo que encuentro por ahí».

«Los autores escriben a través de fantasmas. No desde un cuerpo o una personalidad. Se escribe desde alguien que te habita», explicaba Atxaga en una entrevista con Colpisa. «Hay fantasmas de muy buen humor, como el de 'Memorias de una vaca' y como el de algún cuento de 'Obabakoak', o el de 'El hombre sólo' que es un fantasma teórico», explicaba un narrador bilngüe que considera que los escritores «viven un poco a merced de corrientes exteriores».

Considera el bilingüismo como «una riqueza». «Quien diga que prefiere la monocultura, que se vaya a vivir a un bosque donde solo haya pinos», dice uno de los más reconocidos narradores en euskera. «Hace mucho se impuso la corriente de literatura en una sola lengua y hay otra, que se ha notado últimamente por ejemplo en el Instituto Cervantes, que es la de que la literatura en España es plural. No solamente estoy de acuerdo con esta segunda corriente, sino que creo que me ha favorecido», admite.

Comenzó Atxaga a escribir cuentos en euskera desde los movimientos literarios de vanguardia de Euskadi a finales de los 70. El primero, 'Borobila eta puntua' se publicó en 1972, junto a los de otros autores vascos, en el volumen 'Euskal Literatura-72', dirigido por el poeta Gabriel Aresti. Su cuento 'Camilo Lizardi erretore jaunaren etxean aurkitutako gutunaren azalpena' ('Exposición de la carta del canónigo Lizardi') ganó el Premio Ciudad de San Sebastián y presentaba por primera vez el legendario territorio de 'Obaba'.

Sin envidia de los 'best seller'

Siempre se ha mostrado sorprendido por el éxito de las 'industrias Atxaga'. Tras pasar «años en el desierto» de las ediciones minoritarias, se convirtió en un autor de mayorías con sus novelas llevadas al cine y todo tipo de reconocimientos. «Jamás imaginé que fuera a ser traducido», decía hace unos años. «Cuando me pidieron que tradujera del Euskera algunos cuentos de 'Obabakoak' me lo tomé a broma y tardé dos meses en creer en lo que me estaban pidiendo», contó en su día. El éxito le aportó «más seguridad, aunque nunca dio saltos de alegría». «Si no vendiera ninguna edición me entristecería, pero con vender un poco sería suficiente. No envidio para nada a los best seller», confesaba.

En 'Obaba' se sitúan algunas de sus narraciones más conocidas, como 'Sugeak txoriari begiratzen dionean' ('Cuando la serpiente mira al pájaro' (1984), 'Bi letter' ('Dos letter') (1984), la novela 'Bi anai' ('Dos hermanos') (1985, Premio de la Crítica) y, sobre todo 'Obabakoak' (1988), la obra que más fama y reconocimiento le ha reportado. Traducida a un treintena idiomas, fue galardonada con el Premio de la Crítica, el Euskadi, el Nacional de Narrativa y el Millepages de París, y quedó finalista en el Europea Literary Award.

Publicó luego novelas como 'Gizona bere bakardadean' ('El hombre solo') (1993, Premio Euskadi de Plata en euskera y de la Crítica), 'Zeru horiek' ('Esos cielos') (1995), 'Soinujolearen semea' ('El hijo del acordeonista') (2004, Premio de la Crítica de la Feria del Libro de Bilbao, Grinzane Cavour y Mondello), 'Zazpi etxe Frantzian' ('Siete casas en Francia') (2009), 'Nevadako egunak' ('Días de Nevada') (2013, Premio Euskadi y de la Crítica) o Txoriak kolpeka ('Pájaros que golpean') (2014). En 1994 fue incorporado a la Lista de honor del IBBY por 'Behi euskaldun baten memoriak' ('Memorias de una vaca').

Entre sus ensayos destacan 'Lekuak' ('Lugares') (2005) o 'Markak. Gernika 1937' ('Marcas. Gernika 1937') (2007), obra en la que recoge reflexiones acerca del bombardeo nazi sobre la villa foral.

Atxaga estudió Ciencias Económicas en la Universidad de Bilbao y Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona. Es miembro de la Real Academia de la Lengua Vasca/Euskaltzaindia, desde 2006, y miembro de Jakiunde/Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras, desde 2010.

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