El circo del oeste
La Filmoteca Rafael Azcona avanza en su muestrario sobre la alargada figura del polifacético Clint Eastwood en su miniciclo 'Clint Eastwood, la última leyenda' y ... proyecta, a partir de las 19.30 en la sala Gonzalo de Berceo, uno de sus títulos menos reconocidos, 'Bronco Billy' (1980), una agridulce autoparodia que se permite el actor y director en una época que alternaba trabajos alimenticios con otros más personales y artísticos.
El responsable de 'El fuera de la ley' (1976) exhibió en la década de los 70 un modelo de personaje lacónico, pétreo y letal que moldeó en piezas que se convirtieron en icónicas y recibidas sin pestañear por los espectadores. Pero en su fuero interno pensaba que la carrera de toda gran estrella llega un momento en que ha que sorprender a los seguidores. Como todo mago del mundo audiovisual realizó un truco inesperado y pergeñó dos comedias evasivas como 'Duro de pelar' (1978) y 'La gran pelea' (1980), ambas de Buddy Van Horn, que fueron, contra todo pronóstico, dos grandes éxitos de taquilla.
En este sentido, Eastwood pensaba que no era cuestión de 'rebajarse' sino de subvertir una imagen en el momento en que amenazara con convertirse en opresiva. Y lo volvió a hacer, en este caso con una fábula de tintes nostálgicos, 'Bronco Billy', que ponía en valor, no sin un aire de sana y tierna caricatura, las proezas de los pioneros del salvaje oeste representadas bajo la carpa de un circo.
Sobre el espacio circular de la pista de exhibición, Bronco Billy McCoy (Clint Eastwood) y sus trabajadores (amigos) más la incorporación de Antoinette (Sondra Locke), una novia despechada, llevan a las ferias locales un espectáculo itinerante a modo de memoria histórica sobre episodios que ayudaron a construir Norteamérica.
La parte circense, pantomima de episodios de antaño, se entremezcla con los temas que quería abordar el autor como la camaradería, el esfuerzo, la solidaridad y el compromiso con un estilo de vida errante y humilde. Ambos planteamientos funcionan y dejan una visión reconfortante y sencilla pese a que yo la sigo observando como una elegía teñida de amargura sobre el paso del tiempo.
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