«El fenómeno de las mujeres cineastas es el más impactante de los últimos dos o tres años»
El reconocido cineasta cántabro ha tenido que suspender, por motivos de salud, su intervención de hoy en el Aula de Cultura, por lo que se fijará una nueva fecha para su visita a Logroño
Manuel Gutiérrez Aragón es historia del cine español con una filmografía plagada de clásicos –'Habla, mudita', 'Furtivos', 'Camada negra', 'Sonámbulos' o 'Demonios en el jardín'– ... y con un palmarés nutrido de Conchas, Osos y Goyas. También es un gran escritor –mereció el Premio Herralde 2009 con 'La vida antes de marzo', su debút en la novela–. Su intervención, prevista para esta tarde, en el Aula de Cultura de Diario LA RIOJA, con su última entrega literaria, 'Vida y maravillas', ha tenido que ser aplazada por motivos de salud.
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Aplazado el encuentro con Manuel Gutiérrez Aragón
– En estas memorias adopta un papel secundario, cediendo el protagonismo a quienes han pasado por su vida.
– Es así, y me quedo en un segundo plano porque soy un narrador y me resulta más fácil contar la vida de los demás que la propia.
«Me he sorprendido de la cantidad de cosas que he hecho, porque me considero más bien vago»
– En ese contar ha seguido la misma pauta que con sus guiones y películas, que se iban haciendo un poco sobre la marcha.
– Dejar abiertos los guiones se considera un defecto, pero yo cogí una época buena en la que todavía estaba permitido inventar sobre la marcha. Mis guiones eran muy delgaditos y con varias posibilidades para resolver la narración mientras rodaba, y es verdad que improvisaba mucho con los actores. Pero eso ahora es casi imposible, la industria no lo admite.
– Durante el ejercicio de repasar su vida para escribir 'Vida y maravillas', ¿con qué sensación se ha visto sorprendido?
– Me sorprendí de la cantidad de las cosas que había hecho sin casi darme cuenta, porque yo me considero más bien vago, me cuesta mucho empezar. Siempre iba a los rodajes a regañadientes, con la pereza creativa que le da a un director montar planos, pero luego ya me animaba.
– Siempre ha firmado los guiones de sus películas, ¿firmaría de nuevo el guión de su vida tal y como ha transcurrido?
– ¡Qué remedio me queda! (...) Cualquiera cree que su época es especial, pero es que la mía ha sido de muchos cambios sociales, intelectuales, personales..., especialmente entre los años 60 y 80. Desde el sexo hasta las drogas, nos liberamos de muchas cosas, sobre todo de ataduras ideológicas.
– Estas memorias pone mucho énfasis en los lugares; en su Cantabria natal y en sus visitas a la China de Mao, a una agónica Unión Soviética, a Cuba...
– Eran unos viajes muy especiales a sitios difíciles de llegar, no el turismo de masas que se hace ahora. Eran viajes del conocimiento, de descubrimiento, y es lo que se refleja en el libro.
– Precisamente a su regreso de China escribió 'Maravillas', la primera película que hizo como quiso que saliera.
– El aprendizaje del cine es lento y manejar ese mundo para mí era difícil, no tanto por la parte creativa sino por la humana, la de tratar con un equipo. Sacar de los actores todo lo que tienen dentro y hacer que todo el equipo vaya en la misma dirección no es fácil, y en 'Maravillas' me sentí dueño del medio por primera vez.
«Era un amigo, pero sobre todo una referencia. Era extremadamente lúcido y riguroso»
– Y además trabajó por primera vez con Fernando Fernán Gómez.
– Siempre quise hacerlo. Ya para 'Habla, mudita' quise contar con él pero no pudo ser, aunque luego rodamos bastante juntos. Incluso un día me dijo, cosa que me extrañó, que el director con el que más películas había hecho era conmigo. Desde luego, hubo personajes que solo los escribí para Fernando Fernán Gómez.
– Y también para Ángela Molina.
– También. Es una cosa única y muy difícil de conseguir que cuando proyectas una película tengas ya los actores.
– El terrorismo ha sido un tema recurrente en su obra: el de la extrema derecha en 'Camada'; el nacionalista de ETA en 'Todos estamos invitados' y en el islámico en la novela 'La vida antes de marzo'. ¿Por qué?
– No lo sé, porque es un tema que detesto. Debe ser esa cosa moral que uno tiene de hablar de algo porque es lo que toca. Me molesta escribir sobre terrorismo y, sin embargo, ya ves las contradicciones que tiene uno.
– Ha sido un director comprometido en momentos de censura. ¿Diría que hoy vivimos otro tipo de censura con las lapidaciones en redes sociales?
– A mí la censura solo me tocó en la primera película y en parte de la segunda ('Camada negra'). Y creo que la censura política nada tiene que ver con las redes sociales, la presión social y todo esto. La censura política es algo aborrecible siempre, es mala en sí misma, y yo no llamaría censura a lo que pasa ahora.
– ¿Se considera un director libre o un director raro?, como mucha gente le ha descrito.
– Cuando empezaba a rodar me consideraba un director normal, pero luego los demás me convencían de que no. Supongo que a algunos pintores de vanguardia les pasaba lo mismo, pero en este aspecto me he sentido libre.
– Es curioso el capítulo en el que identifica a políticos con actores; a Felipe González con Marlon Brando, a Aznar con Fred MacMurray en 'Perdición', Zapatero como Jim Carrey o Pedro Sánchez como un secundario de novela venezolana. ¿Y usted?
– La verdad es que nunca he querido ser actor porque lo hago muy mal; soy de los que miran a cámara, luego no me puedo comparar con ninguno.
– Cómo recuerda a nuestro paisano Rafael Azcona, a quien también menciona en el libro.
– Aparte de un gran guionista, para nosotros Azcona era un referente; una persona extremadamente lúcida y muy rigurosa en su trabajo y en la vida. Era un amigo pero, sobre todo, una referencia.
– Usted dejó el cine por culpa de la nueva televisión, de las servidumbres que imponía. ¿Cómo hacer ahora un cine personal? ¿En qué cineastas lo reconoce?
– Sí se puede, pero es un proceso largo y arduo que me echa para atrás. Ahora hay que pasar muchos filtros en los que el proyecto va cambiando, cosa que yo detesto. Para mí, por ejemplo, Rodrigo Sorogoyen es un director que consigue hacer lo que quiere. Y luego están las mujeres, que sí han conseguido hacer las películas que quieren. Ahora tendrán que librarse de querer ser mujeres cineastas para ser simplemente cineastas, pero de momento el fenómeno del cine dirigido por mujeres es quizá el más impactante de estos dos o tres últimos años.
– Imagine una sesión privada de cine. ¿Qué película suya proyectaría y con quién la vería?
– Pondría 'Habla, mudita' y me asombraría de mis propias ingenuidades rodando; me asombraría de mí mismo. Y la vería con José Luis Borau o Fernando Fernán Gómez, Azcona..; ahora me toca evocar fantasmas.
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