Usuarios del Centro de Participación Activa de Santo Domingo reclaman mejoras y más espacio
Entre las demandas de las más de 300 personas que acuden a las actividades se encuentran que se repare el ascensor, la cocina, y se incluya un bar y un comedor
Usuarios del Centro de Participación Activa de Santo Domingo de la Calzada reclaman mejoras en la instalación. Y es que más de 300 personas ... acuden a las actividades que se están impartiendo este otoño, una cifra que no deja de crecer porque también acuden vecinos de localidades cercanas más pequeñas. «Somos personas muy activas –reconocía sonriente Constantino Toca–. Y la verdad es que el centro se nos está quedando pequeño».
El bullicio de las actividades recibe al visitante en la puerta, y es que la sala de usos múltiples, casi para todo, se encuentra en la planta baja y es la única diáfana y disponible para la mayoría de las clases. Por ello, algunas se han trasladado al centro de Fundación Caja Rioja que se encuentra al lado.
En forma, zumba gold, rummikub, pilates, gerontogimnasia, bienestar en el vestir, sevillanas, yoga en esterilla, yoga en silla, energía y tai-chí, baile aeróbico de bajo impacto, taller de vidriera Tiffany, taller Digitalízate, taller de crochet, y un largo etcétera de actividades se van sucediendo durante el día. Sin embargo, algunas están en el primer piso, y desde el mes de abril muchos alumnos no pueden acceder porque el ascensor se encuentra estropeado.
«Es una pena, porque además de algunas salas, aquí está también la biblioteca, las oficinas de administración, un aula para charlas, la sala de podología y la peluquería –ayer con varias usuarias en su interior–, y cuando viene alguien a utilizarla que no puede subir escaleras, la peluquera tiene que bajar con ella a la sala de usos múltiples, buscando algún hueco entre actividad y actividad, y llevando las herramientas que se pueden trasladar», explicaba.
También se encuentra en esta primera planta el taller de vidrieras, que imparte Maite Alonso y ayer celebraba su cumpleaños. Una usuaria que, de forma altruista, dedica varias horas al día a enseñar a sus compañeras lo que sabe hacer, ya que también da clases de ganchillo. Solo ella tiene 38 alumnas repartidas en cinco clases. La escasez también afecta a las clases de sevillanas, que se imparten en el aula de usos múltiples. «Necesitarían un espejo, para corregir las posturas, pero dicen que no hay dinero», manifestaba Constantino.
Otro de los problemas que arrastra el centro son las goteras en la cocina, por lo que este año no se han podido programar talleres culinarios. Además, los usuarios se quejan de que no hay servicio de cafetería, «algo que tienen todos los centros», recordaba una de las mujeres, ni comedor social. «Y eso que desde que está esta directora se han hecho muchos avances –explicaba Toca–. Se ha reacondicionado eliminando barreras arquitectónicas, se ha instalado un mostrador adaptado, se han lacado todas las puertas en blanco, se cambió la iluminación a led, etc.».
Mientras tanto en el centro, que lleva 40 años abierto, continúa la actividad: los talleres de escritura han desembocado en la presentación de varios ejemplares a concursos, se ha creado el grupo Descarboniza Santo Domingo, y un largo etcétera.
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