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A mediados de octubre comenzó la campaña de invierno de recolección de la Indicación Geográfica Protegida Coliflor de Calahorra, que finalizará en abril. Se prolonga en el tiempo porque hay mucha variedad y varias plantaciones que se llevan a cabo desde el 15 julio al 10 de septiembre. Luego llegará la temporada de primavera, más corta (mayo y junio) y con un par de plantaciones.
Pachi Llorente Urtubia, junto a su mujer Teresa Sáenz y su hijo David, tiene este producto como cultivo principal en Rincón de Soto, localidad en la que se mantiene la IGP, en la SAT Valle de Rincón. « Ahora estamos cogiendo la coliflor que se debería coger a finales de diciembre y principios de enero. Llevamos un mes de adelanto por las altas temperaturas y la humedad que hemos tenido. Aunque alguna variedad se pierde por exceso de agua, en general la lluvia le va bien», comenta Pachi.
En estos momentos se recolectan las variedades omeris y naruto. A partir de febrero se dan otros tipos de coliflores como la galiote, alberto y talvena.
La calidad es muy buena y se cosecha a mano, con cuchillo para cortarla del suelo una a una. En la finca se pone en una cinta transportadora que lleva las piezas al remolque donde se introducen en barquillas. Antes cada caja tenía seis coliflores y actualmente cinco o incluso cuatro para favorecer su conservación y que tenga el mejor estado posible.
Se depositan en las cámaras tres o cuatro días, como mucho, porque es un producto que se valora por su frescura. Antes de su distribución se repasan las piezas para ver si son aptas y en caso contrario se retiran. Luego las etiquetan con el reconocimiento de la marca y las envasan en función de las necesidades del mercado. Principalmente las sirven a grandes cadenas como El Corte Inglés y Eroski.
800.000 unidades de coliflor
se comercializan al año bajo la IGP Coliflor de Calahorra.
La IGP Coliflor de Calahorra nació en 2003 con almacenes y productores de toda la zona amparada. Llegó un momento en el que dejó de utilizarse y se hizo cargo la SAT Valle de Rincón para atender la demanda existente de clientes y apostaron por realizar la inversión necesaria. Así se evitó su desaparición.
«La hemos mantenido aunque la producción ha ido a menos. Es cierto que hay un potencial para esta coliflor de calidad que reconoce el consumidor y está dispuesto a pagarla», explica Adolfo Nájera, presidente de la SAT.
Reconoce que el cultivo sufre una crisis en todo el país por la rentabilidad, el requerimiento de esfuerzo en el campo y la dificultad que tiene a la hora de controlar su recolección que depende mucho del clima. También está el problema de la falta de relevo del agricultor que envejece.
«Hemos invitado muchas veces a la gente a sumarse a la marca porque es importante el volumen de productores, almacenistas y comercializadores que permitan poner en marcha campañas de publicidad, promociones para llegar a los clientes y que te reconozcan», comenta Adolfo Nájera quien recuerda que esta IGP ampara a toda La Rioja Baja.
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