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Marcelino Izquierdo posa en la redacción de Diario LA RIOJA. IRENE JADRAQUE/SADÉ VISUAL
El álbum de Familia de Diario LA RIOJA

«Siempre me he volcado en enseñar lo que sabía»

Marcelino Izquierdo Periodista de Diario LA RIOJA entre 1977 y 2020

Nuria Alonso

Logroño

Lunes, 15 de enero 2024, 08:45

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Cuarenta y tres años dan para mucho. En periodismo para casi todo. Aun sin vocación inicial («Yo quería estudiar cine, pero en aquella época era impensable», desvela), Marcelino Izquierdo ha dedicado media vida a los teletipos y noticias como notario de la actualidad y la historia riojanas.

– Se dice pronto: cuarenta y tres años en el periódico, pero ¿se acuerda de su primer día?

– Sí, fue en julio del año 1977. Me mandaron a cubrir la apertura de las piscinas del Ebro. Empecé a escribir el reportaje a mano y el director me vio: «¿Qué haces escribiendo a mano? No, no, directamente a la máquina de escribir. Ya verás cómo te acostumbras enseguida». Y así fue.

– ¿Y de quién se acuerda?

– Uf, de mucha gente. Sobre todo, de Roberto Iglesias, de Esperanza Martínez-Zaporta, que al ser yo hijo solo, me acogió como una madre. Del director Paco Martín Losa, de Montse Ramírez, Jorge Blaschke, Casimiro Somalo y Luis Sáez Angulo, que estaban de prácticas. Intenté aprender un poco de todos y la gente se portó bien conmigo. Por eso, luego, siempre me he volcado con quien venía para intentarles enseñar lo poquito o lo mucho que podía saber yo.

– ¿Qué aprendizaje se lleva de esta casa?

– Creo que el esfuerzo. En los meses que estaba de prácticas aprendía tres veces más que en la facultad. Yo era muy consciente de ello y me esforzaba mucho. Y creo que esa dinámica de currar nunca la he perdido.

– De todas las tareas que ha ido asumiendo, ¿cuál prefería?

– La que más me ha gustado siempre era Cultura y Sociedad e Historia. Pero he hecho de todo, ¡hasta barrer!

– ¿Y la que menos le gustaba?

– Sindical. Era muy desagradable. Fue en los ochenta, una época muy dura, con despidos todos los días. ¡Era el pan de la gente!

– Tras una vida en el periódico, ¿con qué sensación se queda?

– He sido siempre un gran entusiasta de esta profesión. Me ha gustado mucho, pero ha ido cambiando. Se ha ido despersonalizando. Cuando entró la tecnología, Roberto Iglesias decía que «pasamos de ser periodistas a linotipistas electrónicos». Y en parte tenía razón.

– ¿Qué información le satisfizo más publicar?

– Ahora está muy descontextualizado, pero en su día fue tremendo: yo descubrí el único caso que hubo en La Rioja de aceite de la colza. Era una empresa de aquí y tuvimos muchas presiones. También el suplemento 'Ventana Cultural', que hicimos Montse Ramírez y yo en los ochenta. Y estoy muy contento con mi labor de investigación sobre la historia de Logroño y La Rioja.

– ¿Qué se le quedó en el tintero por publicar?

– Me han tocado muchas cosas cuando trabajaba: atentados, guerras, triunfos... Pero el titular que me hubiera gustado publicar es el siguiente: «Erradicado el cainismo en España». Decía Bismarck que «España es el país más fuerte de la Tierra, lleva siglos intentando autodestruirse y todavía no lo ha conseguido. El día que se den cuenta del potencial que tienen dominarán el mundo». Pues eso.

– Visto lo visto, ¿repetiría profesión?

– Mis primeros treinta años diría que sí, los últimos fueron más duros por el edadismo. A cierta edad, parece que no sirves y no es así. Esta es una profesión sacrificada, muy exigente. No lo sé. Me lo tendría que pensar.

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