Vivo y enterrado, en San Sebastián
Los dramas íntimos y personales y las miradas al pasado observadas con ira dominaron ayer en el cine del festival
JOSÉ MANUEL LEÓN MELIÁ
Lunes, 20 de septiembre 2010, 02:29
Después de la demoledora y sádica cinta coreana, 'Saw the devil', de Kim Jee-Woo, que ya está en boca de todos e imagino que en la crónica de los muchos enviados especiales, la jornada de ayer resplandeció a medias, dominando los dramas íntimos y personales y las miradas al pasado observadas con ira y furor.
La película alemana, 'Colours in the dark', dirigida por Sophie Heldman, sumerge al espectador en uno de los temas favoritos de cualquier festival: el derrumbamiento de la pareja y la muerte. Su personaje principal, interpretado con solvencia por el actor Bruno Ganz ('El hundimiento'), es un hombre que tras enterarse que sufre una enfermedad terminal se lo comunica sólo a su esposa, encarnada por Senta Berger, y tratan de vivir los últimos días de existencia de la mejor y confortable manera posible. Terapia utilizada para que dos seres aburridos, en crisis, opacos en la comunicación, machacados por la monotonía e impotentes al deterioro del matrimonio, encuentran en la intimidad y el cariño extraviado los rescoldos para reencontrarse y retroalimentar una vida en común que parecía en ruinas.
Cine teutón comedido, delicado, justito de fuerzas, bienintencionado y agradable de ver, que suele gustar en los certámenes, pero que no aporta gran cosa en su análisis de los secretos del mundo de los casados/separados.
Más contundente y valioso resultó el segundo filme como realizador del actor Peter Mullan ('Las hermanas de la Magdalena'), un intérprete habitual de las obras de Ken Loach, que con 'Neds', y en la sección oficial, pretende, o me lo parece a mí, imitar o acercarse argumental y estilísticamente al cine social y comprometido de su descubridor. Propósito que a punto está de conseguir de manera plena en una historia que se desarrolla en una ciudad de Escocia a principios de los años setenta y que retrata la inútil ferocidad y agresividad de pandilleros juveniles asilvestrados que representan un porvenir apesadumbrado y caótico. El muchacho protagonista, interpretado con garra por el joven Steven Robertson, acarrea una serie de problemas y taras familiares que le empujan a comportarse de una manera agresiva y brutal. Visión desalentadora de la familia que incluye también irónicas y despectivas observaciones acerca del sistema educativo y leves puyazos a la religión católica.
Tensión y claustrofobia
Con peso e inteligencia, aunque en una sección paralela, se pudo ver el extraordinario trabajo de Rodrigo Cortés en el filme 'Enterrado'. Trabajo que tiene distribución en España, está interpretado por un actor norteamericano, Ryan Reynolds ('La proposición') y su guión se ciñe a la tensión y claustrofobia que sufre un camionero que en la guerra de Irak transporta objetos para el ejército yanki. Es secuestrado por un grupo de insurgentes y enterrado en un ataúd en paradero desconocido hasta que se pague su rescate. El argumento se desarrolla únicamente en el interior de un ataúd y el atribulado tipo sólo se sirve de un móvil y un mechero de gasolina cuyo aprovechamiento como recurso narrativo es genial.
Mientras las notas de prensa nos anuncian la inminente llegada (por ayer) de la estrella, Julia Roberts, y el revuelo que está viviendo San Sebastián por su presencia, la organización ha tenido la afortunada (?) idea de colocarnos en la programación una película de cuatro (¡) horas y media de duración, 'Misterios de Lisboa', de Raúl Ruiz. Un enorme y aburrido filme, de intrigas y rollos entre condes, marqueses, curas y piratas que parecen aristócratas, que necesita su tiempo para masticarlo, digerirlo y comentarlo.