Así es el anillo inteligente, clave en la fiesta mortal de Ibiza
La familia de la mujer fallecida en la sauna de un millonario sueco ha insistido en que se reabra el caso para aclarar su muerte
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Fue comprado para recoger las constantes vitales de su dueña, Flor Bollini. Sin embargo, ha acabado sirviendo para registrar su sospechosa muerte. El anillo inteligente ... Oura Ring que portaba la chica, una argentina con nacionalidad italiana de 44 años hallada muerta en octubre del año pasado en la sauna de un multimillonario sueco en Ibiza, ha puesto en entredicho la versión de los amigos con los que compartió sus últimas horas –al parecer, un sindiós de fiesta y drogas– y ha servido a su familia para exigir que se reabra el caso.
El examen preliminar de la autopsia determinó que el fallecimiento se había debido a una causa violenta de tipo accidental con muerte súbita cardiaca, pero esto deja en el aire muchísimas incógnitas. No se sabe si Flor fue 'olvidada' por sus colegas en el interior de la sauna cuando estaba bajo los efectos de los estupefacientes o si acabó con quemaduras en la parte izquierda del cuerpo porque alguien la arrojó a la caldera tras un episodio violento. Lo que sí parece claro es que ella –que padecía problemas cardíacos, de ahí quizá su interés en llevar el anillo inteligente– estaba drogada, aunque parece ser que no lo suficiente como para morir.
¿Qué dijo su anillo inteligente sobre las confusas circunstancias que rodearon su muerte y sobre la hora exacta del fallecimiento? Pues que sus cinco amigos habían llamado a Emergencias dos horas después de que su corazón dejase de latir, poco antes de la medianoche. Eso es de lo poco que ha quedado en claro, porque, tal y como ha afirmado a la prensa Fede, el hermano de la víctima, «allí estaban todos drogados cuando llegó el forense». Eso sí, pese a la niebla mental, parece que tuvieron, siempre según Fede, la lucidez suficiente para tratar de quitarle el anillo inteligente a Flor y evitar, precisamente, que desvelase detalles sobre la hora exacta de la muerte que pudiesen desmentir su versión. «Intentaron quitarle el anillo para no dejar pruebas, pero, como la mano estaba quemada, no pudieron», ha explicado. Asimismo, también según sus testimonios, intentaron recuperarlo tras una apresurada incineración gestionada por una de las sospechosas («en calidad de amiga»). «Estaban desesperados por recuperar el anillo», sostiene Fede.
Pulseras, relojes, Alexa...
El caso es que la insistencia del hermano, las dudas sobre la muerte y la posible información arrojada por el Oura Ring han hecho que se haya reabierto la causa. Este 'gadget' es un dispositivo desarrollado por la empresa finlandesa Oura Health Oy, una firma fundada en 2013 y especializada en salud. Su modelo se basa en un sistema de sensores insertados en la parte interior del anillo -no se ven desde el exterior, por lo que puede pasar por una simple joya- y que recopila los datos físicos de la persona que lo lleva. En especial, la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal, los ciclos de sueño, el ciclo menstrual, los niveles de actividad y la VFC (variabilidad de la frecuencia cardíaca). Toda esta información está vinculada a una 'app' instalada en el móvil. El precio ronda los 300 euros aunque también hay que pagar una suscripción mensual para utilizar la aplicación en el 'smartphone'.
Una de las claves de su éxito radica en que famosos del cine y las redes sociales comenzaron a utilizarlo hace más de una década y a presumir de su uso. Incluso apareció en la secuela de 'Sexo en Nueva York'. Durante la pandemia se vendió como un sistema para intentar predecir si su usuario estaba sufriendo ya los primeros síntomas del covid. Según la empresa fabricante ya ha conseguido vender 2,5 millones de este producto en todo el mundo.
Valor como prueba
¿Puede un anillo de este tipo cambiar el rumbo de un caso criminal? Aunque los dispositivos inteligentes —sobre todo, relojes y pulseras– ya empiezan a ser válidos en EE UU y Reino Unido para la resolución de delitos –ubicaciones, detalles sobre aceleración de pulsaciones durante un ataque o de fin del latido, por ejemplo–, sus registros no siempre son admitidos como prueba fiable. Cada proceso es un mundo. Algunas veces sí han sido determinantes. Por ejemplo, un crimen cometido en 2015 en Manchester que había quedado sin esclarecer fue resuelto tres años después al darse por buenos los datos de ubicación del asesino, cuyos trayectos habían sido monitoreados por su reloj Garmin, un modelo inteligente (normalmente usado por los deportistas para registrar trayectos y calorías quemadas) y que, entre otras cosas, reveló que había estado rondando la casa de la víctima.
En California, los datos del GPS facilitados por una pulsera inteligente Fitbit fueron utilizados para acusar de asesinato a un hombre sospechoso de matar a su hijastra, ya que revelaron que estaba en la vivienda de la chica cuando se cometió el crimen. Este mismo modelo facilitó también la resolución de la muerte de Karen Navarra en 2018. Esta mujer, de 60 años, apareció muerta y se supuso que se había suicidado.Pero su Filbot registró que antes de morir había sufrido un acelerón de pulsaciones, a causa, probablemente, de un ataque. Esta información, contrastada con la ofrecida por cámaras de seguridad del entorno y con otras evidencias, apuntó con claridad al culpable, un señor de 90 años que acabó en prisión.
Como 'chivatos', los llamados 'wearables' se han mostrado muy eficaces. Pero también algunos electrodomésticos como Alexa. En 2018 un juez pidió a Amazon que entregase las grabaciones de este artilugio para reforzar, junto a otras pruebas, la hipótesis de que el presunto asesino se encontraba en casa de la víctima, en New Hampshire, en el momento de su muerte.
¿Y en nuestro entorno? Los jueces se muestran receptivos a aceptar sin recelos los datos de estos dispositivos como pruebas fiables. Jordi Delgado, vicetesorero del Colegio Profesional de la Criminología de la Comunidad de Madrid afirma que en España la información extraída de estos aparatos inteligentes es clave para resolver muchos delitos «y ya tienen hasta su cadena de custodia». Es decir, su importancia no es algo discutible. En el caso de Flor ha servido para reabrir el caso...
-¿No recelan los jueces a la hora de aceptar las mediciones de esos aparatos?
-Para nada. Los datos biométricos de anillos, pulseras, relojes y de los propios teléfonos sirven para mucho. Para determinar con exactitud la hora de la muerte, para empezar. También si ha habido movimientos después de que el corazón haya dejado de latir. Si la víctima ya no tenía ritmo cardiaco y se ha 'movido'... raro. Es lo que ha pasado en el caso de esta chica italiana, en el que el anillo también recoge que llamaron a Emergencias dos horas después de que finalizasen los latidos. Así que es normal que se haya reabierto el caso al aparecer elementos nuevos que no se contemplaron en el jucio anterior.
-Además es muy difícil hacer desaparecer la información de estos dispositivos inteligentes, ya que guardan lo datos en la nube... ni siquiera la destrucción del anillo, por ejemplo, los puede borrar.
-Se tendría más información si se conserva el anillo, pero, efectivamente, los datos están ya almacenados en otro lugar.
-Paradójicamente, la gente compra estos dispositivos inteligentes para controlar su salud y resulta que acaban teniendo a veces un uso luctuoso. Una publicidad rara de cara al Black Friday.
-¡Hacen que el delito no quede impune! Eso es mucho.
-La tecnología se lo va a poner difícil a los delincuentes.
-Cada vez es más complicado delinquir. Las cámaras de vigilancia, por ejemplo, ya tienen una precisión tremenda, realizan reconocimientos faciales... y los avances en telefonía están a la orden del día. Por ejemplo, yo investigué la muerte de unos abuelos en Las Palmas y el caso se ha reabierto ahora porque los avances en las antenas GPS han permitido concretar ubicaciones con una precisión de un metro que antes no existía. Se están reabriendo muchos casos a medida que avanza la tecnología. Eso sí, a los profesionale esto nos requiere estar a la última y formarnos continuamente para poder usar estas herramientas.
-¿Y donde queda el olfato de sabueso, el instinto investigador?
-Eso siempre será útil.
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