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Visitantes en la cueva de los Cien Pilares. Ernesto Pascual

Arnedo, la Capadocia riojana

Las cuevas, los templos y la gastronomía sazonan el recorrido por una villa con mucho swing

pedro ontoso

Martes, 26 de mayo 2020, 12:15

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Arnedo no es Nueva Orleans, pero los sonidos de un jazz cálido y mestizo perduran todavía entre los paseantes de la ribera del Cidacos como si fuera el mismísimo Misisipi. La culpa la tiene Ángel Ruiz, 'Sirovi', uno de los promotores de un festival que ya ha cumplido su duodécima edición y se ha convertido en un clásico de la oferta cultural de otoño de este singular enclave de la Rioja Baja. Pero si la música es una excusa para visitar la zona no es la única. La jornada comienza en Leiva y Tormantos para comprar pimientos asados, un recorrido por Santo Domingo y una comida con larga sobremesa en Casalarreina.

Arnedo (La Rioja)

  • Visitas guiadas Conviene reservar (941380128) las visitas, conducidas por gente muy apasionada y amable

  • Web www.arnedo.com

Esa fue nuestra opción, pero La Rioja es infinita. Y tires para donde tires, vas a disfrutar de su patrimonio, de su gastronomía, de su paisaje (el cobre de los viñedos destaca en esta época con las sierras empolvadas de nieve), y de su gente. Porque es gente de buena uva. En Arnedo lo pudimos comprobar en un recorrido al atardecer, con paradas en las iglesias de Santo Tomás y de San Cosme y San Damián. En la primera destaca su soberbia arquitectura con un techo gótico plagado de nervios. Imponente. En la segunda brilla el retablo, con escenas de la vida de estos santos tan queridos en el pueblo, tomadas de las leyendas populares. Un tercer templo, dedicado a Santa E ulalia, no lo pudimos visitar.

El descubrimiento llegó al día siguiente. En la mañana del domingo nos empotramos en un grupo formado en la Oficina de Turismo (abierta, sí) para un recorrido etnográfico por los cerros que rodean la ciudad, en los que ha pasado de todo. En el de San Miguel llaman la atención la cuevas en las que vivieron los vecinos hasta entrados los años 40, huecos excavados en la arenisca y encalados para ganar luz y salubridad. Se visitan algunas en las que se conservan utensilios de la época, que sirven para evocar cómo era la vida en aquellos tiempos de esparto y austeridad, en la que todos se conocían.

A las cuevas

Luego está el patrimonio rupestre, como la Cueva de los Cien Pilares, en los que algunos han visto la huella de los eremitas y su espiritualidad. También pudieron servir como herbolarios con la llegada de los árabes. En lo que no hay dudas es que cobijaron a las palomas de los criadores locales. Hay quien se refiere a este complejo, salvando las distancias, como la 'Capadocia riojana'. Es cierto que se trata de farallones y cortados de arcilla en los que sobresalen agujeros y ventanucos, que son una imagen de marca de Arnedo. Como la industria alpargatera.

El recorrido finaliza en la colina de enfrente, donde se mantiene en pie una sección del castillo árabe, que ahora se puede recorrer en una visita guiada. A la vera del Cidacos se agolpan las historias de Sancho García, Enrique de Trastámara, el mercenario francés Bertrand du Guesclin o el valí (gobernador) Musa ibn Musa, baluarte de los Banu Qasi. Es un paseo sin prisa, a ritmo de swing.

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