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Nuevas herramientas para profesionalizar la agricultura más próxima

Nuevas herramientas para profesionalizar la agricultura más próxima

Los cambios en el consumo que ha traído esta pandemia pueden favorecer el desarrollo de modelos alternativos, más adaptados a lo digital y con mayor cercanía al cliente, como las cooperativas agroecológicas

Arantxa herranz

Miércoles, 7 de abril 2021, 08:16

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Un año después del estallido de la pandemia, algunos hábitos de consumo están cambiando. Las ventas de productos agroalimentarios por internet (incluidas las de frescos) se han disparado, tanto en volumen (92 %) como en importe (114,5 %), según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. No solo eso, sino que aumenta el número de personas que considera que seremos más responsables en nuestro consumo, apostando por el comercio sostenible y justo. Así al menos se desprende de una consulta de la Agencia Catalana del Consumidor, en la que el 60,5 % de los encuestados piensa así.

Estos resultados están en línea con las conclusiones de un estudio del grupo de investigación Dimmons del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Según Ricard Espelt, uno de sus miembros, esos cambios en el consumo pueden favorecer el desarrollo de modelos alternativos y de proximidad, como las cooperativas de consumo agroecológico. Espelt ha liderado un estudio, publicado en la revista Journal of Rural Studies, en el que analiza el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el cambio del modelo organizativo de las cooperativas y sus posibilidades de crecimiento a raíz de ello.

Según dicho informe, cuanto mayor es la profesionalización de algunas de las tareas de estas organizaciones, mejor adopción digital y más posibilidades de escalabilidad tienen en el mercado. Al realizar el estudio, los investigadores se han centrado en el papel que tienen las plataformas digitales y las redes sociales en la red de agroecología.

El proyecto piloto de este análisis se ha hecho en la zona de Barcelona porque, con 56 cooperativas y 177 proveedores, es la principal área de España en este ámbito y una de las diez zonas más destacadas del mundo. De hecho, las organizaciones alimentarias suponen más de la mitad de las actividades de la llamada «economía social y solidaria» (ESS) de la ciudad condal, que supone un 7 % de su PIB.

A partir de entrevistas cualitativas y del análisis de los contenidos de las webs, la investigación ha estudiado los niveles de adopción digital, el cumplimiento de los principios de comercio justo y cooperación, además del nivel de profesionalización de esas organizaciones. Y una de sus conclusiones es que estas cooperativas se resisten a profesionalizarse, lo que les está restando oportunidades de crecimiento.

Interactuar con el cliente

Las tecnologías se han convertido en un instrumento muy útil para la interacción entre cooperativas y consumidores. La mayoría se han dado cuenta y emplean estas herramientas en su actividad, aunque hay diferencias importantes entre las cooperativas profesionalizadas, donde prácticamente todas han creado una plataforma digital, y las que tienen una gestión totalmente voluntaria que provoca que vayan con más atraso tecnológico.

Gracias a las redes sociales, según la UOC, «se ha hecho mucho trabajo de sensibilización, de conocimiento y de interés», lo que ha permitido que el mensaje de las cooperativas agroalimentarias «llegue a a una base de población más amplia». Sin embargo, el modelo de gestión vuelve a hacer distinciones: todas las profesionalizadas tienen presencia en redes digitales y la actualizan regularmente, mientras que solo el 53% de las gestionadas de forma voluntaria han abierto un perfil en ellas y, además, solo lo ponen al día de forma ocasional.

El informe señala también que solo una de cada tres cooperativas agroecológicas (el 34%) usa aplicaciones de software libre. «Aunque estas organizaciones defienden la soberanía alimentaria, con unas reglas del juego que respalden la justicia social entre consumidores y productores –señala–, no tienen la misma atención sobre el control de la tecnología y los datos».

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