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Dos empleados del retén fúnebre trasladan el cuerpo de uno de los ancianos fallecidos en el siniestro. JESÚS SIGNES
«¡Mi padre ha muerto!»

«¡Mi padre ha muerto!»

La tensión se dispara entre los familiares al acudir a la residencia, que ya sufrió otro incendio en 2008, mientras la Guardia Civil saca los cuerpos de madrugada

ARTURO CHECA

Valencia

Miércoles, 19 de enero 2022, 08:29

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El Renault Laguna tiene los cristales medio empañados. Sobre la huerta de Moncada (Valencia) caen húmedos tres grados a las dos de la madrugada. Dentro del coche se adivina el rostro de una mujer. Se le ven los ojos húmedos, iluminados por los destellos azules y rojos de los vehículos de la Guardia Civil y los Bomberos. Repite sin cesar unas palabras. «¡Mi padre ha muerto, mi padre ha muerto!». Fuera del coche, su marido apura un cigarro. Los dos vecinos de Moncada se enteran de la noticia del incendio que se ha cobrado la vida de seis ancianos a través de la noticia del diario Las Provincias. «Ha corrido como la pólvora por el pueblo», señala el hombre, que pide respeto para el dolor de su esposa.

El infierno ocurrido en el geriátrico gestionado por Gesmed ha desatado la tensión entre los familiares de los internos al enterarse de lo sucedido. Algunos acuden al lugar. Vicente corre mejor suerte. El hombre llega nervioso y pregunta a los guardias civiles por su padre. Rafael Barceló. Aguarda nervioso durante unos minutos. Interminables. Ve llegar a uno denlos agentes con las noticias. Y se dispone a irse. «Gracias a Dios está bien. Me han dicho que está en su habitación, descansando tras todo el revuelo. Pero sano y salvo. Gracias a Dios», repite su hijo, Vicente. «Otros han tenido peor suerte», lamenta mientras pasa junto al coche en el que llora la hija de uno de los fallecidos.

En el exterior de la residencia, la impotencia se adueña de los rostros del personal de emergencias. El incendio se habría iniciado en una habitación de la primera planta. Varios bomberos salen cada cierto tiempo al exterior para coger aire. Nada han podido hacer para salvar la vida de las cinco víctimas mortales. «Estaba extendidísimo, imposible», es lo único que acierta a decir uno de los integrantes del servicio de extinción. Tras él, un policía local sale a cambiarse la mascarilla. La lleva ennegrecida, inutilizada por el abundante humo que en apenas unos minutos se adueñó de la residencia.

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En el lugar está también el incombustible José María Ángel. El secretario autonómico de Seguridad y Emergencias dialoga en un corro con bomberos y miembros de la Guardia Civil. «Afortunadamente el sistema de extinción de incendios ha funcionado bien y ha evitado que se extienda a todo el centro, porque si no hubiera sido un drama», destaca. Las causas «todavía están en investigación», aunque una primera hipótesis apunta a un cortocircuito en un equipo de oxígeno medicinal.

A las tres de la madrugada, la labor de levantamiento de los cadáveres aún se prolongaba. Miembros del retén fúnebre, guardias civiles y bomberos han subido por una escalera exterior a la primera planta, al parecer en la habitación en la que se iniciaron las llamas. De allí han sacado dos cadáveres que han sido trasladados al Instituto de Medicina Legal.

Dos miembros de Protección Civil charlan en una esquina. «Hay que ver que mala sombra que tiene esta residencia». Se refieren así al incendio que en 2008 ya afectó a las instalaciones del geriátrico. En aquella ocasión las llamas fueron causadas por una anciana de 87 años, que prendió fuego al colchón de su habitación antes de quitarse la vida saltando al vacío desde una ventana de la segunda planta. El fuego no salió del cuarto de la mujer, pero el humo si afectó a buena parte del centro. En aquella ocasión siete residentes resultaron intoxicados por la humareda y medio centenar de ancianos tuvieron que ser desalojados.

Pasadas las cuatro de la madrugada, los bomberos han comenzado a retirarse del lugar. Muchos de ellos con las caras tiznadas. Con ojos de impotencia. Con andares resignados. Con el peso en sus almas de no haber podido salvar a las cinco víctimas mortales del sorpresivo incendio de la residencia de Moncada.

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