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El más gallego de todos los londinenses

El más gallego de todos los londinenses

la semana de XESÚS FRAGA ·

El flamante ganador del Premio Nacional de Narrativa tiene sangre galaica y afinidades británicas; con buena mano para la cocina, es un andarín recalcitrante y un acaparador de recuerdos

ANTONIO PANIAGUA

Domingo, 9 de enero 2022, 00:28

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Xesús Fraga nació en Londres, lo que en su caso no es un simple accidente, sino un hecho fundamental en su vida. Sus padres, emigrantes gallegos, probaron fortuna en Reino Unido, siguiendo los pasos de la abuela, que había llegado al país unos años antes y que sufrió una explotación propia de los personajes de Dickens. Del abuelo Marcelino, que se marchó a Venezuela y nunca envió dinero a la familia, jamás se supo. Cuando sus padres ahorraron lo suficiente para comprarse un piso, regresaron a Betanzos y empezaron de nuevo. Fraga, trasplantado a tierras coruñesas con 5 años, nunca olvidó su Londres natal.

Para este narrador, es perfectamente compatible su apego a la cultura británica con sus raíces gallegas. Hoy ese crío es un escritor de fuste, como demuestra el hecho de que es el flamante ganador del Premio Nacional de Narrativa por su libro 'Virtudes (y misterios)' (Xórdica), una obra que recrea con ambición literaria la vida de su familia expatriada. Con 25 años de carrera periodística en 'La Voz de Galicia', ha pedido una excedencia para satisfacer sus múltiples compromisos.

  1. Lunes

7.00 horas. Antes de que mis hijos, de 16 y 14 años, se vayan al instituto, desayunamos juntos y aprovechamos para charlar. Después procuro dar un paseo de una hora u hora y media, que me viene bien para evitar que se descontrole mi hipertensión. Si puedo, escribo, y si no, contesto correos. Ahora estoy inmerso en un momento extraño, porque tengo dos o tres libros en la cabeza y voy tomando notas sobre los personajes, los capítulos, la estructura...

14.00 horas. Preparo la comida para cuando mis hijos regresen de clase. Me gusta comer y cocinar. El problema que tengo ahora es que me sacio antes, debe de ser porque el cuerpo no metaboliza como cuando era joven. En Galicia es complicado ser frugal porque la gente lo celebra todo comiendo, se llena la mesa de platos y llega un momento en que no puedes más. A mis hijos les encanta una especie de lasaña que hago y que consiste en macarrones con salsa boloñesa, bechamel y queso gratinado. Mi padre era un buen cocinero que aprendió de los inmigrantes paquistaníes el arte de preparar arroces con curry, y yo he heredado esa habilidad.

  1. Martes

19.00 horas. Tengo un síndrome de Diógenes emocional. Guardo en una caja las entradas de cine de cuando estudié en la Universidad de Salamanca, sesiones en las que me acompañaba mi amigo y director de cine Rodrigo Cortés. Hace poco una de mis tías apareció con una sábana que lleva impreso el nombre del hospital donde nací, el St. Mary Abbot , y que se cargó Margaret Thatcher a finales de los ochenta. Ahora es una urbanización de lujo. Allí murió Jimmy Hendrix. ¿Cómo voy a tirar eso?

23.50 horas. Terminamos de ver una película y nos vamos a la cama; leo una hora y enseguida me duermo. Pero puede ocurrir que a eso de las cuatro de la madrugada me despierte y ya permanezca dos horas en vela. A veces sufro episodios de sonambulismo. Uno de ellos lo cuento en el libro. Después de un viaje a Londres, mi mujer vio que la cama estaba vacía. Me encontró en el umbral de la puerta completamente desnudo, con una maleta en la mano y dispuesto para salir. «Qué haces», me dijo. «Que me voy». «Pero, ¿cómo te vas ir si acabas de venir». «No, no, que yo me voy». Entonces, con mucha delicadeza, me cogió, cerró la puerta, me llevó a cama y me volví a quedar dormido. Todo esto me lo contó al día siguiente. Yo no me acordaba de nada.

  1. Miércoles

15.30 horas. Me echo una minisiesta, diez o quince minutos, lo justo para resetear el cerebro. Vemos lo que queda del telediario y enlazamos con algún documental de La 2.

17.30 horas. Leo una hora, si puedo algo más. Tenemos dos perras, dos golden retriever, y las saco para hacer el segundo paseo del día, el de por tarde. Andar no es solo una mera actividad física, también es una manera de estar en contacto con el mundo, sobre todo si vas despierto y con los sentidos alerta. Alguien me recomendó que hiciera vela, por lo visto un magnífico desestresante, y a lo mejor lo pruebo en los próximos meses. Viviendo en Betanzos (A Coruña) al lado del mar, sería un pecado no hacerlo.

21.00 horas. Tengo una guitarra, pero toco poco y mal. Hace más de 25 años, formé un grupo en la universidad, nos llamábamos Delicatessen y aspirábamos a dominar el mundo del pop. Como todo eso se desarrollaba con un espíritu colectivo, se creaban dinámicas muy enriquecedoras. Lo malo era lidiar con los diferentes egos. A mi madre le gustaba mucho la música clásica y yo crecí escuchándola también, como una melodía de fondo, sin prestarle mucha atención. Luego ya más tarde descubrí la música antigua, la del Renacimiento y el Barroco, y a partir de ahí entré de lleno en ese mundo, que me apasiona.

  1. Jueves

17.30 horas. Mi abuela se vio obligada a emigrar a Londres, porque su marido, que se había marchado a Venezuela, ni enviaba dinero, ni quería volver, y llegó un momento en que perdieron la comunicación. Mis padres siguieron a mi abuela en la aventura de emigrar, aunque volvieron a Betanzos cuando yo tenía 5 años, pero ella se quedó y vivió allí unos treinta años. En los veranos de mi adolescencia la visitaba; conservo algunos amigos de aquella época. Luego hice amistades nuevas con españoles, gallegos y gentes de otros sitios. Entre los últimos conocidos figura el escritor Julian Barnes, del que traduje al gallego 'Arthur & George' y otra novela. Cuando viajo a Londres le visito y solemos comer juntos. Al cumplir 70 años, le organizaron una cena con sus traductores y editores en Francia, Alemania, Italia, España… y me invitaron.

  1. Viernes

12.30 horas. Intento vivir lo más tranquilo posible y al mismo tiempo, aunque parezca una contradicción, exprimir las oportunidades que la vida me da. Tengo presente el papel que desempeña la imaginación, que opera como una especie de realidad aumentada. Para eso precisamente están los libros, las películas, los paseos o el conocimiento de la gente. Vivir encerrado en tu pequeño mundo no te permite acceder a todas esas cosas maravillosas. No tengo vanidad ni soy egocéntrico, procuro ser generoso y corresponder a la generosidad. Así es mi manera de entender las cosas. Ahora estoy más pendiente de cuidar de mi salud.

20.30 horas. Tomo una caña con mi mujer y comentamos cómo nos ha ido el día. Cenamos con nuestros hijos, aunque ellos están ahora en esa etapa de exploración de su autonomía y personalidad y quedan más con sus amigos. Vemos una película o una serie. Si nos apetece ver cine de autor, algún clásico, una película de Rohmer o Truffaut, entonces buscamos en Filmin y siempre descubrimos algo interesante. Si deseamos ver un estreno, entonces recurrimos a Netflix o HBO.

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