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Los españoles usan 13 millones de pajitas de plástico al día

Los españoles usan 13 millones de pajitas de plástico al día

El 50% del plástico que utilizamos es de un solo uso | A este ritmo, en el 2050 habrá más residuos de este material que peces en el mar

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Viernes, 7 de junio 2019

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«Somos la primera generación que sabe que está destrozando el planeta y la última que puede hacer algo para evitarlo». Así de rotunda es la frase de Tanya Steele, directora de la filial británica del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que está grabada en una de las paredes de la 'Naked House' (Casa Desnuda) -abierta hasta el 8 de junio- que la firma de cosmética Lush ha 'construido' en el centro de Madrid. Se trata de un espacio que combina un apartamento 100% libre de plásticos -lo mejor son los ejemplos para trasladar a nuestro día a día- con una exposición con datos que son difíciles de creer.

Aunque hemos progresado en las últimas décadas en las pautas de consumo y reciclaje, se estima que aún consumimos más de 180 bolsas de plástico por habitante al año. El equivalente a una bolsa por persona cada dos días, de las que solo el 10% se recicla. Un producto que en muchas ocasiones usamos solo unos minutos y tarda hasta 500 años en desaparecer del entorno. No solo son las bolsas. El 50% del plástico que utilizamos es de un solo uso. Fruta pelada con cubiertos desechables o ensaladas preparadas con ingredientes en compartimentos o bandejas de poliestireno son algunos de los elementos «normalizados» que forman parte de una lista infinita. El ejemplo más sangrante es el de las pajitas. Cada día se utilizan en España 13 millones, el récord de Europa. A este ritmo, se prevé que en el 2050 haya más plástico que peces en el mar.

La producción mundial de plástico pasó de 245 millones de toneladas en 2007 a 348 millones en 2017

WWF denuncia que al menos ocho millones de toneladas de plásticos acaban en el océano cada año, una cifra que equivale a volcar en el mar un camión de basura cada minuto. Así, a escala global, el número de mamíferos que mueren anualmente debido a la contaminación por plásticos supera los 100.000 ejemplares. Algunos animales, como las tortugas, confunden las bolsas con medusas que acaban ingiriéndolas y muriendo. Asimismo, el 90% de las aves marinas del mundo tiene fragmentos de este material en el estómago.

Microplásticos

Pero ¿y qué pasa con los microplásticos? Una sola ducha puede suponer que 100.000 partículas de microplásticos acaben en el océano, según explica la presidenta del Comité de Auditoría ambiental, Mary Creagh. Una vez ahí, esos plásticos diminutos formarán una especie de microplancton que los peces ingerirán, pasando de una especie a otra hasta llegar a nuestra cadena alimenticia. Un reciente estudio calcula que un consumidor podría ingerir aproximadamente 50.000 partículas de microplástico cada año.

La situación es tan grave que muchos países han comenzado a aprobar leyes que prohíben la fabricación y venta de cosméticos elaborados con microplásticos, aunque la Unión Europea no termina de dar el paso. Las microesferas de los cosméticos solo suponen un pequeño aporte a la gran cantidad de microplásticos que inundan el océano (alrededor del 0,01% y el 4%). Sin embargo, se trata de «un problema medioambiental que se puede evitar», indicó el Comité de Auditoría Ambiental.

El informe de WWF 'Una trampa de plástico' revela que España es el segundo país que más plástico vierte al mar Mediterráneo, después de Turquía y el cuarto país de la UE que más plástico consume. De hecho, esta cuenca es uno de los mayores puntos negros de la contaminación por estos residuos.

Al menos 8 millones de toneladas de plásticos acaban en el océano al año, cifra que equivale a volcar en el mar un camión de basura cada minuto

«No se trata de hacernos setir culpables, sino de poner soluciones para un cambio de hábitos», nos comenta Gloria Pavia, directora de Comunicación y Relaciones Públicas de LUSH Cosmetics. «El plástico es un material increíble. Ha permitido que evolucionemos pero se nos ha ido de las manos», enfatiza. Creamos objetos con un material indestructible para que duren apenas unos minutos. Usar y tirar es el gesto que está destruyendo el planeta. El 8 de junio es el Día Mundial de los Océanos, donde casi tres cuartas partes de la basura son productos de un solo uso.

¿Y esto que tiene que ver con la cosmética? El baño es uno de los lugares de la casa donde más plástico se acumula: geles, champús, exfoliantes sintéticos... Pero hay soluciones. Mo Constantine, cofundadora de Lush, inventó en 1986 el champú sólido. Ahora, treinta años después, es un ejemplo de producto sostenible. Cada pastilla equivale a 3 botellas de 250ml. En los últimos 14 años han vendido 41,3 millones de champús sólidos que han supuesto que 124 millones de botellas de plástico se dejen de fabricar, el equivalente a 3.100 toneladas de plástico. La misma técnica es usada ahora con otros productos de higiene y maquillaje. El 8 de junio abrió en Milán la primera tienda de cosmética libre de envases plásticos. A esa apertura le han seguido las de Berlín y Mánchester.

Segunda vida para el plástico recogido por pescadores

La cadena sueca IKEA lanzará una colección de productos - manteles, fundas de cojín y una bolsa- elaborada con plásticos recogidos en costas españolas, producida en fábricas de Alicante y Valencia, e ideada por la diseñadora española Inma Bermúdez. Esta colección se realizará en colaboración con Seaqual, una iniciativa para la limpieza de basura marina formada por hasta 1.500 pescadores españoles, y es un proyecto piloto que pretende implicar a toda la cadena de suministro localizada en España.

La colección, cuyo nombre será Musselbomma, se lanzará en febrero de 2020 en España e Italia; y después se prevé que llegue al resto de países en los que tiene presencia la compañía sueca. La materia prima de estos productos son los plásticos conocidos por PET, un plástico muy común y duradero utilizado para hacer desde botellas a ropa, y que han sido recogidos tras quedarse atrapados en las redes de los marineros españoles. Por cada kilogramo de residuos de plástico PET que se utiliza para elaborar el tejido, se extraen del mar también nueve kilogramos más de residuos, compuestos por otros plásticos, metales, goma, vidrio y demás materiales, ha explicado IKEA en un comunicado.

Ikea se unió en octubre de 2018 a NextWave, una iniciativa en la que participan empresas privadas, científicos y ONG para integrar el plástico que termina en los océanos en productos de consumo de forma escalable. La compañía de muebles sueca se comprometió en 2018 a retirar para 2020 todos los productos de plástico de un solo uso.

En la misma línea está el proyecto 'Upcycling the Oceans', impulsado por Ecoembes y la Fundación Ecoalf. Una iniciativa que lucha por la conservación de los océanos mediante la recogida y el reciclaje de basura marina, para su posterior transformación en tejidos de calidad óptima que pasan a convertirse en en hilo de primera calidad que sirva para fabricar tejidos para las colecciones de Ecoalf.

Asia, el vertedero de Occidente

AFP. La negativa de China y los países del sudeste asiático a seguir recibiendo residuos plásticos del extranjero está desequilibrando el circuito mundial de reciclaje y obliga a los países occidentales a buscar otras soluciones.

«El problema es que las cantidades [de residuos] afectadas son muy importantes», explica a la AFP Arnaud Brunet, director general de la Oficina Internacional del Reciclaje (BIR), con sede en Bruselas. Hay una «congestión de las capacidades técnicas», apunta el experto, sobre todo porque los países asiáticos que suplieron a China cuando ésta cerró sus puertas a los plásticos «se vieron superados».

Los países europeos reciclan ellos mismos algunos residuos plásticos considerados rentables, como las botellas de PET (tereftalato de polietileno) transparente. Sin embargo exportan a otros países los residuos en mal estado, de poco valor o difíciles de reciclar, apunta un informe de la oenegé Alianza Global de Alternativas a la Incineración (GAIA).

Malasia, que autoriza la importación de residuos plásticos limpios y homogéneos, decidió que a partir de ahora devolverá a sus países de origen centenares de toneladas de plástico contaminado. Igual que China y Malasia, Tailandia también tomó medidas para restringir las importaciones de residuos plásticos, que tuvieron como consecuencia su desvío hacia otros países menos estrictos en la materia, como Indonesia o Turquía, según el informe de GAIA.

Ante el cierre de los países asiáticos, los occidentales no tienen de momento otras soluciones que gestionar ellos mismos los residuos considerados más caros. Además, la falta de salidas para el material reciclado (que hasta ahora se integraba al sistema de producción chino) podría llevar a las compañías occidentales de reciclaje a incinerar más plástico o a llevarlo al vertedero. A largo plazo la solución es «invertir en investigación y desarrollo para lograr procesos de selección de residuos más eficaces para ganar en calidad y alcanzar niveles aceptables para algunos países», apunta Brunet, del BIR. «Sin embargo los productores también tiene que hacer esfuerzos para producir pensando en el reciclaje», indica.

A pesar de las restricciones, la industria del plástico es floreciente. La producción mundial de plástico pasó de 245 millones de toneladas en 2007 a 348 millones en 2017, según las últimas cifras publicadas por la federación europea PlasticsEurope. Las tasas de reciclaje de plástico son muy dispares y van del 31% en Europa hasta el 10% en Estados Unidos, aunque se espera que la investigación contribuya a mejorarlas.

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