«Aquí, cada vez hay menos gente»
Maricarmen Torrecilla Vidaurreta trabaja en Cabretón de panadera y reparte también en Cervera a domicilio todos los días
Maricarmen Torrecilla Vidaurreta es natural de Aguilar del Río Alhama, tiene 54 años y reside en Cabretón donde trabaja en una panadería familiar.
– ¿Desde cuándo se dedica a la panadería?
– Desde que se jubilaron los tíos de mi marido, Roberto, que eran los propietarios, hace unos quince años.
– ¿Había trabajado antes en este negocio?
– Habitualmente no. Acudía algún día para ayudar, pero en momentos de mucha faena.
– ¿A qué se dedico anteriormente?
– Estuve muchos años envasando fruta en un almacén de Aguilar del Río Alhama; luego me dediqué a las tareas de la casa y al cuidado de mis hijos, hasta que comencé a trabajar en la panadería que tenía la familia de mi marido toda la vida.
– ¿Todavía reparten el pan y diferentes tipos de pastas de puerta en puerta?
– Sí. Los tíos lo hacían así y nosotros continuamos ofreciendo este servicio. Acudimos a Cervera del Río Alhama por las calles y también repartimos en Cabretón, donde tenemos el horno.
– ¿Cómo es su jornada?
– Por las mañanas estamos entregando el pan y al regresar preparamos las pastas y los productos para el día siguiente.
– ¿Elaboran sus productos en el horno de la panadería?
– Sí. Roberto se levanta para hacer el pan a las tres o tres y media de la mañana, depende. En verano antes, porque hay más faena. Mientras nosotros nos vamos (cada uno con un vehículo). Mi hijo mayor se queda haciendo las pastas. Cuando regresamos él sale a repartir por Cabretón y por Valdegutur.
– ¿Compatibilizó bien el trabajo con la crianza de sus hijos?
– Sí, porque cuando empecé en la panadería el mayor también entró a trabajar aquí y los otros estaban en el colegio.
– ¿Ha cambiado mucho la situación en la zona?
– Cada vez hay menos gente, ese es el mayor problema. A algunos clientes le dejamos el pan en la puerta y nos paga a la semana y otros salen cada día a comprar cuando llegamos a la calle y pitamos para avisar. Repartimos todos los días de la semana y en la pandemia, extremando la precaución, no hemos faltado. La sujeción es lo peor de este trabajo, pero resulta entretenido.
– ¿Cómo ve el futuro?
– Nosotros vamos tirando. Para los hijos será peor. No hay gente.