Elvira Tejada de la Fuente está acostumbrada a bregar en un entorno de hombres, de hecho ocupa el puesto de mayor responsabilidad en la lucha contra la criminalidad informática y el oscuro mundo de ese Internet paralelo 'Deepweb'. Desde el 2011, esta logroñesa, que atesora una trayectoria envidiable, es la fiscal de la Sala Coordinadora Nacional de la actuación del Ministerio Fiscal español en materia de criminalidad informática
- ¿Ha vivido algún episodio en el que hayan dudado de su profesionalidad por ser mujer?
-Sinceramente, no. Creo que, en ese sentido he tenido mucha más suerte que otras mujeres y faltaría a la verdad si afirmara que me he sentido discriminada en el ejercicio de mi actividad y en mi proyección profesional. Ingresé en la Fiscalía tras superar una oposición en la que en absoluto me sentí en inferioridad de condiciones por el hecho de ser mujer y eso pese a que esas oposiciones se celebraron en 1981. Posteriormente, he ido desarrollando mi trabajo y avanzando en mi carrera en función de mis propios objetivos e intereses, sin que me haya sentido limitada en mis expectativas por mi condición femenina. Tengo la convicción y espero no equivocarme de que las sucesivas responsabilidades que me han sido encomendadas en mi dilatada vida profesional lo han sido en atención a mis capacidades y a los resultados de mi trabajo con independencia de mi pertenencia a uno u otro sexo.
- ¿Ha tenido que demostrar más?
- Presenté mi solicitud para esta plaza en un concurso de méritos y me la adjudicaron con preferencia a otros solicitantes, algunos de ellos varones, ya que quien debía de decidir estimó que mi curriculum y experiencia se adaptaban mejor a las necesidades del puesto. Es cierto que en el ámbito profesional de las tecnologías de la información y la comunicación, al igual que en el relacionado con la ciberseguridad y la lucha contra la ciberdelincuencia, la presencia de la mujer es, por desgracia, todavía muy escasa. Se debe a que las profesiones de carácter técnico siguen siendo mayoritariamente masculinas y aunque esta circunstancia podría ser un inconveniente y no le niego que he detectado alguna que otra suspicacia, curiosamente, las tres personas que integramos la unidad central del área nacional de especialización en criminalidad informática del Ministerio Fiscal somos mujeres, sin que ello nos haya generado consecuencias apreciables en el ejercicio de nuestro trabajo habitual.
- ¿Sus compañeros le tratan diferente por el hecho de ser mujer?
- No, y mucho menos en el contacto diario con mis compañeros, salvo alguna rara excepción a la que no doy más valor que el puramente anecdótico. Tenemos entre nosotros una relación abierta y llana en la que las diferencias de sexo son generalmente intrascendentes. Tal vez en mi primer destino profesional en Guipúzcoa, con 24 años y siendo la única mujer fiscal en ese territorio, pude percibir una actitud especialmente protectora por parte de mis compañeros, pero realmente la atribuyo más a mi juventud y a la novedad que esta circunstancia suponía que a una falta de confianza en mis capacidades a causa de mi condición femenina.
- En su caso ¿es posible la conciliación laboral y familiar?
- Evidentemente lo ha sido. Mis hijos son ya mayores y las dificultades en ese sentido están superadas. Pero para hacer posible esa conciliación ha sido necesario mucho esfuerzo personal y también el apoyo de mi marido y de los propios hijos e incluso, en ocasiones, el de otros miembros de la familia. La comprensión y colaboración del propio entorno es esencial y constituye un deber social. No le oculto que combinar ambas cosas implica una buena dosis de sacrificio, de trabajo a horas intempestivas para llegar a todo y también de renuncia en determinados aspectos de la vida personal, pero creo sinceramente que merece la pena. En mi caso, desde luego, me ha permitido desarrollarme plenamente tanto en mi faceta profesional, que concibo como un servicio a la sociedad, como en la familiar y cultivar al mismo tiempo excelentes amistades.
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