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Una imagen de una de las zonas de la Amazonía brasileña arrasada por los incendios forestales. AFP
La población afectada por la sequía se ha duplicado en 50 años

La población afectada por la sequía se ha duplicado en 50 años

COP25 ·

Para frenar el impacto climático no basta con disminuir las emisiones de carbono, pues el inadecuado uso de los suelos amenaza a 3.000 millones de personas

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Jueves, 5 de diciembre 2019, 19:06

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En un rincón de las selvas tailandesas se cultiva en cuatro fases sobre la ladera de una verde colina. Una, casi recién talada y de baja vegetación; otra de árboles crecidos casi a la altura de los árboles originales. Entre una y otra, distintas alturas de cultivos. La fotografía la muestra Pirawan Wongsthisa, representante de la organización Asia Indigenous People Pact, que reúne a 48 asociaciones de indígenas de 14 países de ese continente. Ella es una de las mujeres de la etnia karen que tienen la mayor carga del cultivo. «A través de los años hemos encontrado todo para nuestro sustento con la rotación de cultivos», dice en una intervención en la COP25, sobre los fenómenos de la desertificación y la degradación de los suelos. «Tenemos el conocimiento tradicional y decidimos qué plantar, dónde, cuándo y qué técnica aplicar. Nuestras semillas son resistentes, pero el cambio climático nos está haciendo perder nuestras variedades nativas, y tenemos prohibido seguir con nuestra forma de vivir. Todos nuestros valores y conocimientos están en juego», clama en la cuarta jornada de la Cumbre del Clima en Madrid.

Wongsthisa pone de relieve que los objetivos para mitigar el impacto del cambio climático no bastan si sólo pretenden reducir la emisión de carbono. Trata también del uso adecuado del suelo, para evitar que en enormes zonas del planeta suba la temperatura del aire, se multiplique la evaporación y decrezcan las lluvias, que son los síntomas de la desertificación. Según datos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC), desde 1961 el área de las tierras afectadas por la sequía ha aumentado más del 1% por año. Desde 1961, casi un 50%.

«El alcance y la intensidad de la desertificación han aumentado en algunas zonas en las últimas décadas», señala Eamon Haughey, científico del IPCC. «Las tierras afectadas por la sequía cubren actualmente alrededor del 46% de la superficie terrestre mundial y allí viven unas 3.000 millones de personas». Según datos del grupo de investigación de Haughey, en el último medio siglo la población que vive en zonas afectadas por la desertificación se ha duplicado, mientras que la gente que sufre los efectos de las sequías cada año es un 50% mayor. Además, las áreas húmedas han retrocedido una cuarta parte. La parte del mundo más afectada está al lado de Europa. El 43% de África es desierto extremo, sólo un 11% se califica cómo húmeda y tiene una población vulnerable de 485 millones de personas, asegura Balgis Osman Elasha, científica senior del IPCC. En riesgo está la seguridad alimentaria, la biodiversidad y el ecosistema.

Clima bipolar

El otro fenómeno que afecta las regiones es la degradación del suelo. Parece contrario a la desertificación, un efecto bipolar de unas mismas causas: la expansión de las tierras de cultivo, el manejo insostenible de la tierra y el aumento de la presión sobre la tierra debido al crecimiento de la población o la búsqueda de mayores ingresos empresariales. Entre sus características está el aumento de las precipitaciones y las inundaciones, el incremento de la frecuencia y la severidad de las sequías y el estrés por calor del ecosistema.

Como consecuencia se traza un pernicioso efecto en bucle: al suceder la desertificación o la degradación, las regiones reducen su capacidad para servir como sumideros de CO2. Con el aumento de las temperaturas, el riesgo a la escasez de agua se intensifica. Las soluciones han sido ya señaladas por los científicos. «Utilizar la tierra por zonas claras dentro del paisaje, pagar por los servicios ecosistémicos, crear una certificación mundial de la producción sostenible, brindar acceso a los mercados para las iniciativas verdes y proveer servicios de asesoramiento agrícola a quienes cultivan», enumera Minal Pathak, científica del IPCC.

«Para nosotros, nuestra madre es nuestro primer doctor. Cuando alguien enferma en la familia, ella le cuida gracias a su conocimiento de las hierbas medicinales. Ella sabe dónde encontrarlas, cómo recolectarlas y usarlas eficientemente», reclama Wongsthisa, en cuyo país el 10% de la población es dueña del 80% de las tierras. «Reconozcan nuestros derechos sobre nuestros territorios y recursos, para una justicia climática».

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