'Jurassic Park': los dinosaurios que cambiaron el cine
Hace 32 años, Steven Spielberg fue pionero en crear pesadillas digitales con 'Parque Jurásico'. El 2 de julio se estrena la séptima entrega de la saga
Cuando 'Jurassic Park' se estrenó el 30 de septiembre de 1993 en el cine Avenida de la Gran Vía de Madrid –hoy una tienda de ... H&M–, hizo falta un camión generador para iluminar la gigantesca lona de la fachada, tan grande como una pista de baloncesto, porque la electricidad de la sala no era suficiente. El filme de Steven Spielberg ya venía precedido con la aureola de acontecimiento cinematográfico del año. Había reventado la taquilla estadounidense y originado una fiebre mundial por los dinosaurios. «Una aventura que comenzó hace 65 millones de años», rezaba el póster, con el icónico logo del Tiranousario Rex y sin la imagen de ninguno de los actores protagonistas. 6 millones de españoles fueron a verla y se llenaron las facultades de Paleontología.
Han pasado 32 años y cada vez que hablamos de los dinosaurios seguimos pensando en 'Parque Jurásico'. Tras seis entregas en dos trilogías, cada una peor que la anterior, este 2 de julio llega a los cines españoles 'Jurassic World: El renacer', que Universal anuncia como «el inicio de una nueva era jurásica». Scarlett Johansson, Jonathan Bailey y Mahershala Ali encabezan el reparto de una aventura sin ninguno de los personajes de la cinta original. La tecnología digital permite ya generar cualquier tipo de criaturas, pero nuestra capacidad de asombro no es la misma que en 1993, cuando vimos por primera vez en la pantalla un dinosaurio 'real'.
Hasta entonces, las criaturas prehistóricas cantaban a muñecos animados de manera artesanal; en nuestro imaginario pertenecían a 'Cuando los dinosaurios dominaban la tierra' y al cine japonés 'kaiju eiga' o de monstruos gigantes. ¿Por qué es tan trascendental en el cine moderno la adaptación de la novela de Michael Crichton, protagonizada por un científico que se cree Dios? Las bestias prehistóricas habían cobrado vida gracias a la maña de magos de los efectos especiales como Ray Harryhausen. Unas veces mediante la animación 'stop motion' o fotograma a fotograma y otras con trucajes fotográficos o el socorrido actor metido en un traje de goma.
El director de 'Tiburón' quería ir más allá y reclutó a los mejores artistas de los efectos especiales. Dennis Muren, la leyenda de Industrial Light & Magic (ILM), la empresa de George Lucas, le presentó unas escenas digitales de los Gallimimus corriendo por la isla Nublar. Spielberg quedó encantado, pero siguió combinándolas con las técnicas tradicionales. ILM le mostró después las imágenes de un Tiranousario Rex a plena luz del día, sin sombras y en plano fijo. Al verlas, el marionetista Phil Tippet se giró hacia Spielberg y le dijo: «Soy un animal en extinción».
La secuela de Bayona
Aunque parezca increíble, Spielberg solapó la producción de 'Jurassic Park' con la de 'La lista de Schindler'. Mientras rodaba en el invierno polaco, George Lucas supervisaba el sonido de una fantasía que era al mismo tiempo fábula con moraleja y aventura de terror. Costó 63 millones de dólares y fue la primera película de la historia en rebasar los 1.000 millones de recaudación mundial. Gracias a la participación en los beneficios, el director se embolsó 250 millones de dólares, la mayor cantidad cobrada nunca por un cineasta. Ese mismo año recogió siete Oscar por 'La lista de Schindler'.

Si pensamos en 'Parque Jurásico' nos vienen imágenes imborrables: la primera vez que los protagonistas ven a los dinosaurios, el agua de los vasos vibrando amenazante, el sarcasmo del matemático encarnado por Jeff Goldblum, que simboliza el escepticismo y el rigor ético de la ciencia frente al 'Walt Disney' amoral al que da vida Richard Attenborough, creador del asombroso parque de atracciones en la isla Nublar...
No podemos decir lo mismo de todas las secuelas que vinieron después, entre ellas 'Jurassic World: El reino caído', que Juan Antonio Bayona dirigió en 2018. No podía desaprovechar la oportunidad de replicar a su maestro, que siempre ha justificado la atracción de los niños por los animales prehistóricos en su carácter misterioso: «A un psicólogo de Harvard le preguntaron por qué los dinosaurios gustaban tanto a los chavales y contestó: Es fácil. Son grandes, feroces y están muertos».
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