El 25 de noviembre de 1917, tras obtener los bolcheviques 170 escaños (de los 707 totales) en las elecciones en las que se elegía la ... Asamblea Constituyente Rusa, Lenin no reconoció los resultados y cuatro meses después impuso un gobierno del Partido Comunista: un demócrata en estado puro.
Unas elecciones municipales ganadas por los partidos antimonárquicos, hace que Vigo, luego Éibar, Valencia y ¡cómo no! Cataluña, proclamaran el 14 de Abril de 1931 la II República, que secundó horas más tarde Madrid. Ese mismo día, unos funcionarios socialistas izan la bandera tricolor en La Cibeles. Alfonso XIII, tras saber que el Comité Revolucionario se constituye como Gobierno Provisional, abandona España.
Ni el bolchevique Lenin en Rusia ni el Comité Revolucionario en España pudieron exhibir referéndum legal alguno que les permitiera proclamar un nuevo régimen. Simplemente lo impusieron sin más validez que la de una tergiversada conclusión, ajena a un proceso democrático de consulta legal votada por todos a tal fin.
Por ese mismo camino tortuoso transitan ahora los ataques al jefe del Estado y el desacato implícito a nuestro sistema constitucional. Toda una patulea movilizada con tácticas bolcheviques, por un andóbal (ahora con moño, y mañana ¿por qué no? disfrazado de militarón, con falsa y abundante chatarra en la pechera) es el envenenado guion para el intento de involución democrática, hacia el que nos están queriendo conducir.
Si a ello le sumamos la anuente complicidad, de adolescente malcriado, que muestra el presidente del Gobierno –aplaudida con sumisión por la temerosa clac ministerial– mientras él, subido en su pedestal de sátrapa, escenifica en el teleprónter –con la música del Himno a la Alegría, en versión de un pianista con cadencia de un mal alumno de primero de solfeo– el reparto de una lluvia de millones de euros. Y promesas inverosímiles sobre creación de puestos de trabajo, como si la UE no nos fuera a fiscalizar y el mercado laboral fuera una tómbola- ¡Pues adelante mis valientes que esto es Jauja! porque nos tocará seguramente la muñeca chochona.
Y por si fuera poco esta regresión democrática, se expanden cortinas de humo, desde esa otra facción que conforma la partenaire del andóbal del moño, proclamando otra vuelta de tuerca a la sobada ley del aborto. No sé si será para hacer legal el despatarrarse en plena rue, y echar ante los atónitos transeúntes, lo que ésta acendrada intelectual debe considerar, a efectos legales, un simple mondongo, porque no soy capaz ya de imaginar más relajo legal sobre el asunto. Por no entrar en el CGPJ y su cooptación; ni en Madrid y el atropello de su irregular confinamiento. ¿Y la reforma educativa?
Quien no reconozca estas maniobras como fin para convertir nuestra democracia en un vertedero, es porque está ciego. Y gozará, a buen seguro, de todos los parabienes para que le concedan un quiosco de venta de cupones. Donde el único premio será repartir miseria, mierda, y carencia de libertades al modo venezolano.
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