Esperando el tren de La Rioja
Tras la renuncia a reclamar el AVE y la denegación de más frecuencias, ni siquiera está claro qué máquina llegará para acortar el viaje a Madrid
En materia de infraestructuras ferroviarias, «La Rioja es el hazmerreír de España». Es una forma de decirlo, la que ha elegido Gonzalo Capellán, que ya ... había acuñado el término «insularidad» para referirse a la situación de la comunidad autónoma que preside, «una isla» marginada de la alta velocidad. O acaso nos vean como una ínsula, que significa «lugar pequeño o gobierno de poca entidad, a semejanza del encomendado a Sancho en el Quijote». Por tal parece que nos toman vuesas mercedes en la Corte. Damos más risa que pena. La Rioja no es sólo famosa por el vino, las icnitas de dinosaurio, San Millán o la calle Laurel de Logroño. También lo es por sus malas comunicaciones.
¿Dónde están los trenes que espera La Rioja y qué esperamos exactamente? Porque no ha quedado claro. ¿Ni AVE en la agenda, ni más frecuencias a Madrid y sólo un cambio de convoy por otro del que ni siquiera hay certeza de que sea de los más modernos? Recapitulemos.
El actual Gobierno regional, de perfil pragmático, ha renunciado a reclamar el AVE. «La alta velocidad llegará cuando llegue, pero no antes de 2040», alega Capellán. La Rioja está pendiente, por el este, del futuro trazado Logroño-Castejón, y por el oeste, del tramo Logroño-Miranda, del que pronto se conocerá el estudio de viabilidad y, por tanto, si el Ministerio asume o no el acuerdo adoptado en 2021 bajo el gobierno socialista de Concha Andreu y con consenso de todos los grupos políticos y agentes sociales de la comunidad para que ese enlace se haga por Pancorbo. A diez o más años vista, el viaje a Madrid se reduciría a dos horas y cuarto.
A corto plazo, la petición del Ejecutivo es muy concreta: dos frecuencias diarias más por Zaragoza, con una sola parada en Calahorra, que nos sitúen en Atocha en un máximo de tres horas. Es media hora menos de lo que tarda el actual Alvia en la única conexión directa diaria por ese trazado. La propuesta, anunciada en enero de 2024, fue aceptada como «razonable» por la oposición, y también por la patronal y los sindicatos, aunque la consideran «insuficiente» por su aspiración de que La Rioja entre en el corredor Cantábrico-Mediterráneo de alta velocidad (estamos en la lista de espera de financiación europea hasta 2050).
En abril de 2024, Puente anunció un nuevo tren directo por La Rioja Alta hasta la capital de España, vía Miranda de Ebro, que comenzó a circular un año después, con cinco meses de retraso por las dificultades para conseguir material rodante. Cuando los Talgo S-106 de nueva fabricación se asignaron a otros territorios, uno de los S-121 sobrantes se destinó a Logroño. Esta segunda frecuencia diaria puede ser interesante para viajar a Burgos y Valladolid, pero desde luego no a Madrid. El tren tarda cuatro horas hasta Chamartín.
¿Y qué pasa con las nuevas frecuencias por la ruta más corta? Que no las habrá por ahora. Después de que el presidente regional y el ministro de Transportes transitaran desde el enfado a la cordialidad en la reunión que por fin mantuvieron en mayo de 2024, ¿qué fue lo que prometió Puente? Prometer, lo que se dice prometer, nada. Retomemos la literalidad de sus palabras. «De ninguna manera le digo a La Rioja que se tendrá que conformar con una frecuencia, pero ahora no puedo comprometer más». Mostró su «confianza», que es esperanza pero no garantía, de que «el próximo año por estas fechas» se pudiera establecer un nuevo servicio con Madrid «reduciendo los tiempos de viaje». Pero lo que llegó en ese plazo fue una carta del secretario de Estado de Transportes, José Antonio Santano, en la que despejaba las falsas ilusiones: «no es posible por el momento incrementar esos servicios» por La Rioja Baja.
Puente sí explicó que, con trenes más veloces, quizá se abra hueco en el surco para otra frecuencia
Las razones que se dan desde el Gobierno es que la línea entre Barcelona y Zaragoza, que es la que nos incumbe, está saturada y no hay hueco horario, físico, para que circulen más ferrocarriles. Respecto a la demora, la demanda para la red española es muy alta y el tiempo transcurrido desde que se encarga un tren hasta que se recibe rara vez baja de los cuatro años.
El titular de Transportes ya condicionó la nueva conexión a la llegada de los Talgo S-107 de alta velocidad, capaces de alcanzar los 300 kilómetros por hora (aunque no en los tramos decimonónicos de la red regional). Los S-107 están en fase de homologación y parece que al final empezarán a rodar en 2026. Pero, ojo, porque el ministro no dijo que uno esté reservado a La Rioja. Se ha dado por entendido, pero ni siquiera Capellán está seguro. De ser así, no habría advertido de que, si se distribuyen por el resto del país y no llegan a Logroño, «el Gobierno de España estará cometiendo una auténtica tropelía».
El ministro no llegó a decir que el modelo que se enviará a Logroño sea uno de los nuevos Talgo S-107
El Gobierno regional debe plantearse en qué punto la paciencia y la cordialidad pasan a ser tomadura de pelo
Lo que sí explicó Puente es que, con trenes más veloces, quizá se abran ventanas temporales para incorporar alguna conexión a la línea. «Si hay posibilidad de tener otro servicio con el nuevo material, también puede haber otra frecuencia a otra hora que nos permita colocar el material que va a 250 kilómetros por hora en el surco de manera más fácil».
¿Nos enviarán otra vez maquinaria de descarte? ¿Nos harán hueco para otra frecuencia? ¿Se aceptará, como viable, el enlace por Pancorbo? Necesitamos compromisos firmes y nítidos. En torno a estas carencias, estamos unidos en esta tierra, pero no es suficiente. El Pacto de Infraestructuras aprobado en 2018 por unanimidad de partidos y agentes sociales de la región, a propuesta del PSOE y bajo el gobierno del PP de José Ignacio Ceniceros, se ha incumplido por parte del Ejecutivo central con independencia de cuál haya sido su color político.
Queremos trenes que abran oportunidades para La Rioja y nos desprendan de esa rémora para la economía, el turismo y la calidad de vida. El Gobierno regional tendrá que plantearse qué respuestas y qué plazos son razonables para que la prudencia no parezca conformidad, la paciencia no se confunda con sumisión y la cordialidad no derive en tomadura de pelo. La sociedad riojana también debe hacer esa reflexión.
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