Ah del barco! ¡Tierra a la vista! ¡Grumetes, desembarquen! Tras largas jornadas de navegación por fin han divisado la tierra humedecida por las olas. En ... los días venideros, les esperan grandes aventuras mientras se adentran en lo desconocido. Sólo cuentan con la ayuda del mapa encontrado años ha y de su inigualable ingenio y perspicacia. ¿Lograrán encontrar el tesoro escondido o no serán capaces de superar las pruebas que la isla les depara?
Tras inspeccionar la isla encuentran un extraño papiro con unas letras que no saben descifrar. Parlamentan sobre su posible significado hasta que el más ávido de todos formula en voz alta: «No sabemos leer, hay que preguntar a Marisa». Raudos se acercan a Marisa reconocida como la más afable y buena mujer entre los presentes quien eleva la voz para descifrar el mensaje oculto: «Hace muchos años un tesoro se perdió, como nadie sabía dónde estaba nadie lo encontró. Pero como os he enseñado con un poco de ayuda y paciencia pronto lo podréis encontrar ¿Estáis preparados?» «¡Sí!», gritan los niños y niñas al unísono ataviados de sus mejores disfraces: gorros, parches, loros de peluche... «Me parezco a Marisa, pero no lo soy. Juego con los niños que duermen y lloran porque los más pequeños son». Una pequeña muy perspicaz responde: «Es Ana, la profe de los bebés». Todos ríen mientras corretean por los pasillos en busca de la siguiente pista. Cuando llegan, Ana les está esperando: «De todos soy profe, menos de uno del que soy mamá. Si me buscáis un fuerte abrazo os he de dar». Un jovencito muy contento dice: «Es mi mamá, hay que ir a la clase de los medianos». Al llegar Elena les recibe con una inmensa sonrisa, les da un fuerte abrazo y les ofrece una última pista: «Conmigo jugáis, aunque a veces os peláis, os subís a lo más alto para luego bajar ¿Quién soy?». Todos empiezan a gritar: «El tobogán». Y allá que se van al patio en su busca y para su sorpresa el tobogán no es un tobogán ¡Es un barco pirata con bandera y todo! Y... ¡El tesoro! Un cofre lleno de pegatinas y gusanitos.
Muchos de los presentes no entenderán este microcuento. Les explico. Mi hijo acaba de terminar su etapa en la guarde porque el próximo curso comenzará el cole de mayores. Llevo meses pensando en cómo les podía agradecer a sus profesoras, aunque no he mencionado a todas las que son, el maravilloso trabajo que han hecho con él y sus compañeros. En mi caso, dos años de amor, aprendizajes, infinita paciencia, sorpresas... Mil y una aventuras que han formado parte de la gran personita que es mi hijo a día de hoy. La sociedad no es consciente del trabajo que realizan en el desarrollo de los más pequeños. Siembran las semillas para un proceso escolar adecuado haciendo que mejoren cada día. Esta es mi forma de agradeceros vuestro trabajo y de reivindicar mejores condiciones laborales para vuestro sector. Porque no sois profes de guardería sois también enfermeras, diplomáticas de la ONU, psicólogas, educadoras de peques y familias, bailarinas, cuenta cuentos, magas, científicas... Porque con cada niño os convertís en todo aquello que necesita para ser feliz.
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