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Diario de un anube

La paella

Miércoles, 22 de octubre 2025, 22:51

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Cuando la ciudad se ceñía a la cintura su reguero de pólvora. Cuando por las calles bajaban ríos de chocolate con buñuelos. Cuando todo empezaba ... a arder, yo estaba allí, en Valencia, viendo emocionarse a esa fallera, como si ese incendio fuera en la plazuela de su pecho y se le quemara su alma gemela de cartón piedra. Y era tan fácil para ella desaparecer en la muchedumbre. Seguro que desde niña se dormiría hasta con el estruendo de cualquier traca del barrio. Plácidos sueños de triquitraque entre llamas creo la acariciarán siempre. Y me enseñaba, sin pudor, en esas húmedas mejillas en llamas, la mejor cremá que yo había visto. Y uno que en la vida tiene que esconderse o mirar antes de reojo o rememorar removiendo en las frías cenizas... ¡Oh, maldita vergüenza que le corta a uno las lágrimas!

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