Seguramente en alguna de estas columnas les habré referido a ustedes que mi hermana Ramoni se vino a vivir conmigo a Logroño hace 35 años.
Así que en esta ciudad ha estudiado, se ha desarrollado profesionalmente, y además se ha integrado en la sociedad riojana con el grado de implicación que nos caracteriza en la familia. Ella y mi cuñado Nefatlí son personas activas y participativas que se preocupan por el mundo que les rodea y sus problemáticas. Y como «de padres gatos hijos michinos», mis sobrinos Pablo y Gael han heredado esa inquietud y compromiso y suelen estar bastante informados de temas de actualidad que derivan en grandes debates en las comidas familiares.
Les cuento todo esto porque está relacionado con un episodio reciente que tuvo lugar en el auditorio del Ayuntamiento de Logroño, en el que con motivo de la graduación de Bachiller, mi hermana Ramoni pronunció un discurso como madre y representante del AMPA del IES Sagasta. En ese discurso, ella resaltó el papel fundamental de la familia en la educación de los adolescentes y de la importancia de trasmitirles valores como la igualdad, la justicia y la solidaridad. Destacando lo fundamental que es educar en la paz, para que nuestros hijos no normalicen lo que les sucede a los adolescentes palestinos, que no tienen la suerte de poder celebrar nada y mucho menos una graduación. Sin llegar a acabar la frase, una buena parte del público prorrumpió en un aplauso espontáneo. Aunque, para sorpresa de todos, también una persona se quejó en voz alta de que se trataba de un asunto político, a la vez que aprovechaba, eso sí, para lanzar un viva al Estado de Israel. A pesar de esta interrupción, mi hermana continuó con sus palabras que finalizaron con un nuevo aplauso. Ese mismo día, recibió varios mensajes de apoyo de conocidos e incluso de desconocidos a través de una aplicación educativa. Pero lo cierto es que el incidente le dejó mal sabor de boca, porque no tenía intención de ofender a nadie. Incluso se llegó a plantear pedir disculpas a sus compañeros y compañeras del AMPA. Porque era consciente de que es un tema polémico, aunque necesario en cualquier mensaje dirigido a nuestros jóvenes.
En lo que a mi respecta opino que denunciar el asesinato de miles de niños y niñas no debería molestar a nadie, y lo político pasa a ser una mera cuestión humanitaria.
Entiendo a mi hermana y sus dudas, pero considero que la persona que defiende una causa justa no tiene nada de que disculparse sino al contrario. Y se lo argumenté con una noticia de la agencia Europa Press del 24 de febrero de 2023 en la que se informaba de que un nutrido grupo de alumnos y alumnas del IES Sagasta habían acudido a una concentración en contra de la guerra de Ucrania. Y lo habían hecho en horario lectivo.
Que yo sepa a nadie le molestó este hecho. Quizá,y dicho sea de paso, porque para defender la paz y la justicia no hay que pedir ni permiso ni disculpas.
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