La inteligencia no es incompatible con la estupidez, por lo tanto no es infrecuente que personas con altas responsabilidades, y por ello supuestamente capaces, se ... metan en un atolladero, en un jardín que se vuelve un laberinto donde se lían cada vez más, terminando por decir estupideces, o lo que es peor, haciéndolas. Por ello, no sorprende que alguien corajudo y con muchas batallas a cuestas, y desde una democracia como la española, haya caído en el ardid de atender a una individua de un antidemocrático y corrupto gobierno, que aterriza en Barajas de manera indebida. Tal vez llevado por la soberbia que da el poder, y por qué no, también por algunos que pudieron encelarle con adulaciones del tenor: «Quién si no tú para lidiar este morlaco, con el pasado torero de tu familia», lo cierto es que cayó en la encerrona y para salir del trance trató de justificarse enturbiándolo más de lo que por sí solo era ya el oscuro y sospechoso encuentro.
Es inevitable rememorar la novela mercenaria de Cela, La Catira, y su complejo lenguaje de giros caribeños, para recrear un imaginario diálogo, tras espetarle nuestro alto cargo a la visitante la inconveniencia de haber aterrizado en suelo europeo. A lo que la interpelada responde: «Mira brother, estáis haciendo el balurdo. Menudo bochinche estáis liando con la güebonada de reconocer a Guaidó; si seguís por esa senda, el bolearse de Morodo y lo del affaire de Bolivia, os va a dejar a todos, incluidos vuestros socios de gobielnno, enchavados». Y en esa telenovela uno imagina la respuesta: «No hay problema; no más dejaremos que a Guaidó sólo le atienda la derecha lacaya del imperialismo yanqui; y además torpedearemos cualquier investigación sobre los pendejos con financiación turbia». «¡Chévere compadre! pero quiero que me lo confinme tu presidente», respondería la elementa. En fin: el inefable dialogo de un soporífero culebrón que recreara 'Pasión de Gavilanes', pero rodado en el aeropuerto de Barajas como remedo de una hacienda venezolana.
El rosario de situaciones en las que los ciudadanos nos quedamos perplejos por actuaciones de este cariz es interminable. Irregularidades que tendrían consecuencias graves para el resto de los mortales que perpetraran actos de un calibre parecido en la vida ordinaria y laboral, son en el mundo de la política, en la de hace ya bastantes años en España, pelillos a la mar y si te he visto no me acuerdo.
Y por lo mismo anterior, que desde la más alta responsabilidad educativa, se afirme que los hijos no son propiedad de los padres, nos hace a algunos recordar la ingeniería social, la psiquiatría punitiva postestalinista; ya que del ideario en el que como padre uno se siente responsable, para bien o para mal, de sus propios hijos, atreverse dialécticamente a ser críticos con estas y otras sospechosas simplezas, nos aboca a ser condenados al Gulag del escarnio ideológico, por aquellos que se han autoconcedido, con gran ligereza y escasa enjundia, el carnet de progresistas. Aserto, el de la propiedad de los hijos, que entra en clara contradicción con la realidad de la autora de la ocurrencia, incardinada en una burguesía conservadora, rancia y católica. En todo caso, lo que me deja perplejo sobre ese atontamiento tan común en los actos políticos, es el de 'prietas las filas' de las militancias aborregadas. Y cuya incapacidad para criticar los turbios manejos de sus partidos les hace feligreses fanáticos de los mismos, como neomártires del circo romano, aunque sin el riesgo de aquellos de perder la vida. En todo caso lo que pueden perder es el favor del cargo, con el que riegan desde el poder a los no disidentes. Y de ahí esa sumisión, esa omertá ante los manejos oportunistas con los que trajinan sus líderes.
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