Cuando un relámpago rasga el cielo e ilumina el horizonte de la noche siempre es inquietante, incluso si lo contemplas de lejos. En algún sitio ... el rayo descargará como una maldición imprevista. Así que cuando veo a Benjamín Netanyahu y a Donald Trump juntos me parece premonitorio de que rayos, truenos y desgracias terminarán por descargar su furia sobre la indefensa población civil de Gaza. El aspirante a Premio Nobel de la Paz, para sumar méritos a su candidatura, anunció un plan de paz, teóricamente, con la aquiescencia de Netanyahu. A Trump le parece que sólo con que él pronuncie la palabra PAZ, la paz se hará. Pero no parecen tan eficaces los poderes de esta nueva divinidad mundial que ha impuesto la ley del más fuerte y sepultado la legalidad internacional. Sin olvidar que todos los antecedentes dinamitan la esperanza. Israel lleva incumpliendo las resoluciones de la ONU desde su creación. Esto no es un plan de paz sino un ultimátum a una Gaza huérfana de representantes en este negocio de hienas que se reparten el territorio ajeno. Netanyahu, cuando aún no había franqueado el umbral de la Casa Blanca, ya dejó claro que no toleraría la existencia del estado palestino y que si Hamás rechazaba el plan, él «terminará el trabajo». Un eufemismo burdo que significa que completará el exterminio de la población de Gaza.
Las cancillerías internacionales, incluidas las europeas, han saludado el plan de Trump aunque sólo sea para sacudirse responsabilidades, no vaya a ser que suene la flauta aunque sea por casualidad. La esperanza de parar el genocidio y salvar a los que quedan es lo más urgente. Es evidente que el plan es endeble pero ya se encargan las ultraderechas del mundo en proclamar que si lo rechazas es porque eres como los de Hamás. Por cierto, la misma organización terrorista que, desde 2018, se financió y armó con los millones de dólares enviados a través de Qatar y que Netanyahu autorizó para debilitar a la Autoridad Nacional Palestina, lo mismo que hace ahora con las milicias disidentes de Hamás. Es todo tan inmoral que cuando contemplas el inmenso cementerio bajo la luna de Gaza sólo los más crueles no se estremecen.
Desconozco qué hará Hamás, la lógica del fanatismo es impredecible. Si lo aceptan, Netanyahu quedará desnudo ante el mundo porque él no quiere la paz. Hoy el genocidio continúa y la sangre derramada riega Gaza. Esta vez sólo puede ganar Goliat, no tiene intención de parar. Si hubiera asumido el plan de Trump, dejar pasar a la flotilla global ya que sólo llevaba ayuda humanitaria de forma simbólica y precaria, hubiera sido un pequeño gesto. Todos los fanáticos que en el mundo han sido se hicieron fuertes pisando con sus botas cadáveres ajenos. No lo duden, Netanyahu está decidido a terminar el trabajo. Quizás ese es su verdadero plan. Al tiempo.
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