Quo vadis, Europa? Esta pregunta no es retórica sino doliente. Hoy es urgente plantearse hacia dónde vamos. La imagen de Donald Trump obteniendo la firma ... de Ursula von der Leyen a su acuerdo comercial fue demoledora en el fondo y en la forma. Ambas cosas debieron rechazarse por quien debe defender la dignidad de Europa. Von der Leyen parecía la administradora de una pequeña provincia del Imperio que Trump gobierna y hubiera acudido no sólo a rendirle pleitesía sino a aceptar sin rechistar su santa voluntad. Únicamente le faltó ponerse de rodillas, aunque en la imaginación muchos creímos que lo estaba.
La primera humillación fue acceder a suscribir un asunto tan trascendente para nuestra economía en un complejo deportivo propiedad del magnate en Turnberry (Escocia). Ni siquiera se eligió un lugar neutral y, por supuesto, público, no firmaban un negocio privado. Lo del contenido aún es peor y sólo puede enjuiciarse como una capitulación en toda regla. La presidenta de la Comisión Europea ha aceptado el marco de Trump y sus formas brutales de imponerse en una negociación. Ese es el primer éxito del emperador y el segundo, que ha probado a ojos del mundo entero la debilidad de Europa. Esto es inapelable. Europa es más débil porque cada día está más dividida por la presión de los antieuropeos. Aceptar aranceles del 15%, sin olvidar el del 50% para el acero y el aluminio, tener que comprarle una millonada en energía y material militar y oiga, todo a cambio de nada, pero nada de nada, salvo la exclamación resignada de que podía haber sido peor, es inaudito. Perder la dignidad y la compostura ante el matonismo de Trump es lo más deshonroso que podía ocurrirnos. Señora von del Leyen, si Europa se rinde sumisamente, como hizo en el pacto de la OTAN su secretario general, Mark Rutte, aceptando las condiciones impuestas por Trump sin hacerse valer para salvar la dignidad: ¿quién va a ser capaz de parar las tropelías de Trump? Ya conocen la respuesta.
Es vergonzante que Europa haya elegido ponerse de rodillas ante Trump y Netanyahu, pero todavía es más vergonzoso que se estén pisoteando sus principios fundacionales con un silencio no sólo cómplice sino culpable. Tras sobrepasar la lista de 60.000 muertos en Gaza, en este nuevo holocausto que estamos consintiendo, todavía no están seguros sobre si deben poner fin al Acuerdo de Asociación UE-Israel, cuyo artículo 2 habla del respeto a los derechos humanos. Los gazatíes están siendo exterminados y la respuesta de Europa es humo: paciencia que lo estamos estudiando. No hay disculpa más cruel. Los que guardaron silencio ante el exterminio de los judíos por los nazis todavía no han expiado su culpa. Si Europa sigue sin hacer nada no tendrá credibilidad y será culpable de haber cerrado los ojos ante este nuevo holocausto. Quo vadis?
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