Tras su meteórico ascenso al cielo de Feijóo, Noelia Núñez declaró en una televisión que le gustaba estudiar, por eso se había sacrificado como tantos ... jóvenes españoles para tener buena formación. El currículum que exhibía era tan fabuloso que brillaba más que el sol. Un doble grado en Derecho y Ciencias Jurídicas de las Administraciones Públicas y otro en Filología Inglesa, ejercía de profesora de Políticas en una universidad 'famosa', la guatemalteca Francisco Marroquín, de esas que Ayuso potencia en Madrid y cuyos títulos no son homologables en esta España nuestra. Noelia había enmarcado su luminoso currículum con moldura dorada y lo había colgado en su despacho del Congreso de los Diputados. Todo había merecido la pena para llegar tan alto. Pero, cuanto más alto subía, deslumbrósele la vista, hubiera dicho san Juan de la Cruz. Ella misma se lo creyó de tanto como le aplaudían. Pero un día, su señoría miró el cuadro y comprobó asombrada que dentro del marco del color de la mentira sólo había un papel en blanco.
Noelia dice que se ha equivocado, que pasó por la universidad sin terminar las carreras de las que presumía. Todo fue un error sobrevenido tras el deslumbramiento descrito. Dice que, para no ser como el rojerío, ha dimitido por responsabilidad. Un cuento muy bonito que culmina en una dimisión necesaria. Muy bien, pero, adoro los peros... Uno: ha confesado la verdad simplemente porque la han pillado. Dos: equivocarse no tiene intencionalidad, un error casi siempre es involuntario. Tres: mentir esconde ánimo de engañar. El que miente lo sabe y sopesa las razones para hacerlo. Nadie olvida sus títulos y menos al escribirlos en documento público del Congreso. Cuatro: su dimisión no es voluntaria sino útil para mantener el discurso y más con el caso Montoro desatado. Cinco: ya nos dirá dónde la colocan. Seis: no todos son iguales, cierto pues no todos mienten y si lo hacen, que dimitan. Siete: para ser un buen político es más importante ser honesto y un apasionado del interés público que tener títulos. Por último, Noelia, en vez de pretender ser maestra de honestidad ya que sus mentiras no avalan su magisterio, lo mejor que puedes hacer es volver a clase.
La política española se nutre, por razones ignotas, de jóvenes cuya única carrera es medrar en su partido. No son especialistas en nada, tampoco en los reveses que en el curro tiene cualquier trabajador sometido a horario y a salarios bajos. Aprenden dónde deben colocarse en cada momento y varían sus lealtades según conviene. No teniendo trabajo fuera del partido carecen de independencia, son maleables. Llegan alto pero si por intereses superiores son sacrificados no saben adónde ir. Noelia ha visto cómo los aplausos de ayer se diluían como lágrimas en la lluvia.
Hoy es un triste juguete roto.
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