Proseguía con brillantez la 22 Semana de Música Antigua, que acogía el miércoles 2 al conjunto vocal La Grande Chapelle con un programa centrado en ... canciones y madrigales de Francisco Guerrero y Pedro Ruimonte, a caballo entre los siglos XVI y XVII, que resultó una exhibición de canto polifónico a capella de altísima calidad. El grupo se presentaba con cinco voces únicamente, muy bien seleccionadas y preparadas, bajo la dirección del musicólogo Albert Recasens. El programa pudo resultar algo lineal para un sector del público por la similitud de todas las obras, por la desnudez de las cinco voces sobre el escenario y por la falta de acompañamiento instrumental, pero resultó una preciosa lección de canto polifónico purísimo, con ataques de una precisión milimétrica, un empaste insuperable, un control de emisión perfecto y unos finales de cortar la respiración. La belleza de las voces era superlativa, con dos maravillosas sopranos, Lorena García y Victoria Cassano, de gran delicadeza, el expresivo contratenor (¿) Gabriel Díaz Cuesta en el registro de contralto, el tenor Diego Blázquez de una gran seguridad y línea de canto y el imponente bajo Javier J. Cuevas, preciosa voz con espectacular resonancia en los graves y bellísimo color en todos los registros: un gran cantante y un descubrimiento para mí. El director Albert Recasens dio unas interesantes explicaciones a mitad del concierto sobre las obras y los autores para dejar descansar a las voces.
Tomaba el relevo el jueves 3 el conjunto instrumental barroco CONCERTO 1700 y la soprano Aurora Peña, con un variado programa instrumental y vocal. El concierto estuvo precedido por una brillante conferencia a cargo del musicólogo Raúl Angulo, que ha llevado a cabo una profunda investigación sobre el compositor Diego Pérez de Camino y su obra, que en su mayor parte fue escrita en Santo Domingo de la Calzada. Espléndida charla.
El grueso del programa eran dos cantadas de José de Nebra y otras dos de Pérez del Camino, con un deslumbrante protagonismo de la soprano Aurora Peña, magnífica voz para canto barroco, de bello timbre y técnica sobresaliente, perfectamente adecuada estilísticamente y de gran complicidad con el grupo instrumental. Estuvo verdaderamente extraordinaria. El formidable violinista Daniel Pinteño es además fundador y director del grupo, al que transmite una enorme vitalidad y expresión, con criterios historicistas pero con un bellísimo sonido. A su lado estuvo una espléndida Belén Sancho al violín, el estupendo clavecinista Ignacio Prego, la esplendorosa violonchelista Ester Domingo y un fenomenal Pablo Zapico (de apellido ilustre en la música antigua) a la tiorba. Para descanso de la soprano se insertaban en el programa dos sonatas de Arcangello Corelli sobre copias trascritas encontradas en la catedral de Jaca, donde los cinco instrumentistas lucieron las excelentes cualidades que les acreditan como un grupo de referencia en el panorama español de la música barroca.
Hay algo en común en los tres conciertos que llevamos hasta ahora y es la fabulosa entrega e implicación de todos los intérpretes, su alegría y vitalidad contagiosa. Para todos ellos suponía la vuelta a los escenarios después de esa larga noche de confinamientos y cancelaciones y se notaba la emoción que sentían haciendo música de nuevo. Todos ellos lo expresaron públicamente y el público lo notó y lo disfrutó. ¡Gracias, Cultural Rioja, por la valentía de acometer este gran ciclo de conciertos!
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