Soy un romo
Dejar de mirar vídeos y memes en el móvil va a ser una decisión personal, como lo es no beber
Romo, ma. (Del m. or. que el port. rombo). 1. adj. Obtuso y sin punta. 2. adj. De nariz pequeña y poco puntiaguda.
Hasta hace ... nada, romo, como palabra, se usaba con ese significado que lee usted arriba. Valía lo mismo para un cuchillo barato que para alguien con nariz de enano de 'El Señor de los anillos'. Pero eso que llevamos en el bolsillo ha reventado los diques y hoy, al menos ahora mismo, ROMO es también un acrónimo de Relief Of Missing Out (Alivio de Perderse Algo) que nace de otro acrónimo, FOMO (Miedo a Perderse Algo) que define el momento, ahora más momento que nunca, que nos define. Frente a ese miedo a perderse algo que llena ciudades, conciertos, estadios y canales de Youtube, comienza, como una emocionante resistencia, como una barricada de las de Kubrick, un grupo de personas que han saturado de tanta ansiedad, que no pueden seguir el ritmo al que nos llevan los señores que tiran de cada una de las cuerdas que nos lleva como a títeres en mano de enfermo de parkinson de 'Black Friday' a compras de Navidad, de Halloween a San Valentín, del libro de la semana al libro de la semana que viene.
Me cuentan que suben las ventas de aparatos que corten el hilo de dependencia que tenemos de móvil. Desde los más extremos aparatos de tortura como cajas fuertes con temporizadores, donde poder guardar el movil y resistir la tentación de consultarlo durante el tiempo decidido, a reproductores de Mp3 que nos permiten ir por la calle escuchando música sin que, en mitad de la canción de El Consorcio, nos suene un WhatsApp en donde un primo nos ha mandado un graciosísimo sticker de Rajoy y que, al abrir para verlo, nos ha robado media hora más de atención a la vida real mirando vídeos de perros haciendo lucha libre.
Cada vez más esta va a ser una decisión personal. Como lo sigue siendo dejar de beber superando la presión social que te apremia y las frases de «no me fío de la gente que no bebe», «una cervecita no le ha hecho daño a nadie nunca» o «el que no apoya, no folla». Nos han generado un nuevo vicio que, como ya está pasando con el tabaco, llegaremos a un punto en que nos horrorizará que lo estemos ahora normalizando de esa manera. Que lo hayamos transmitido a los niños, que lo hayamos potenciado en las aulas.
La nueva cocaína se llama dopamina y, como para aquellos 'yupies' de los 80, su abuso se justifica por la rentabilidad económica que genera. Mientras todo esto pasa, yo cada vez me siento más ROMO aún a riesgo de parecer a esa mayoría obtusa y sin punta.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión