Los destinos de israelíes y palestinos están entrelazados
Los movimientos de la sociedad civil son una guía para el mundo
Jonás Benarroch
Portavoz de JCall Barcelona, plataforma de judíos y judías progresistas
Martes, 7 de octubre 2025, 22:05
La derecha nacionalista y mesiánica sionista vio en las atrocidades cometidas por Hamás el 7 de octubre de 2023 la oportunidad de redención de la ... tierra, es decir, limpiarla de palestinos; y se entusiasmó con eso a costa de la vida de los rehenes. Hamás sabía que la respuesta israelí sería encarnizada y no tuvo reparos en entregar a su pueblo al martirio en nombre de la causa nacional palestina.
Debo advertir que escribo estas palabras como judío. Pertenezco a una asociación llamada JCall España-Otra voz judía, fundada en 2018, comprometida con la igualdad entre israelíes y palestinos y el fin de la ocupación. Israel ha devenido un azote para el pueblo palestino, pero es también, por esa misma razón, una herida en el pueblo judío. Muchos grupos judíos salen a las calles de ciudades de Europa y sobre todo de Estados Unidos proclamando «No en mi nombre». En el Estado español, la comunidad judía es poco numerosa y por tanto las muestras de disidencia son apenas visibles. Nos oponemos a las distintas formas de dominación y usurpación que Israel ejerce sobre la población palestina desde 1948; usurpación aumentada a partir de 1967 y llevada al paroxismo después del 7 de octubre de 2023.
Ese infausto 'shabat negro' nos dejó devastados por la magnitud insoportable del horror perpetrado por las milicias de Hamás, y al mismo tiempo ya temíamos una respuesta aún más devastadora. La mayoría del público israelí vivió los asesinatos atroces como un pogromo nazi, como la mayor amenaza existencial contra su seguridad. Pocos vieron ese pogromo en el contexto de un conflicto que dura un siglo, durante el cual los palestinos han ido perdiendo cada vez más derechos, más seguridad, más tierras y más vidas. Si Israel quiere seguridad no tiene más remedio que garantizar la de los palestinos y ofrecerles signos de esperanza de un futuro justo en su tierra. Los destinos de israelíes y palestinos están entrelazados. Ambos pueblos lucharán hasta la última gota de sangre para permanecer en esa tierra.
Las presentes atrocidades se veían venir desde el fracaso de los Acuerdos de Oslo y el asesinato de Isaac Rabin. La Segunda Intifada, el muro del 'apartheid', el aumento de los asentamientos en Cisjordania, el apoyo tácito a Hamás por parte de Netanyahu para desempoderar así a la Autoridad Nacional palestina y frustrar la solución de los dos Estados son algunos indicadores de unas políticas que solo podían conducir a una catástrofe.
Occidente es también responsable. Hemos tenido que ser testigos en tiempo real de un genocidio en Gaza y del indecible sufrimiento y la hambruna para que algunos Estados, entre ellos el español, decidan pasar a la acción con sanciones contra Israel y amenazas de aislamiento diplomático. La declaración de la Asamblea General de la ONU, en la que países clave reconocieron oficialmente el Estado de Palestina, no va a conseguir ningún efecto mientras la Administración estadounidense siga respaldando a Netanyahu.
El plan de paz de Trump es sesgado y ambiguo en muchos puntos, pero ofrece una oportunidad de poner fin al genocidio y la limpieza étnica mediante la inmediata liberación de los rehenes, condición rápidamente aceptada por Hamás. Ese plan impone una administración tecnocrática y colonial en Gaza y aplaza la solución política a la cuestión palestina con una vaga promesa de establecer a la larga el Estado palestino –Netanyahu ya rechazó ese punto hace días–. Las negociaciones entre las partes acaban de empezar.
La fórmula de los dos estados es una cuestión de justicia pero, en este contexto de odio y miedo al otro, no será una solución duradera si no se impulsa desde abajo
Es urgente que la comunidad internacional consiga imponer desde arriba una solución al conflicto, además de acabar con las atrocidades en Gaza. La fórmula de los dos Estados es una cuestión de justicia pero, en este contexto de odio y miedo al otro, no será una solución duradera si no va acompañada de un impulso desde abajo. Existen desde hace muchos años en Israel-Palestina decenas de iniciativas de la sociedad civil que trabajan por los derechos humanos, la igualdad y la reconciliación de ambos pueblos para una convivencia justa y pacífica de todas las personas que viven entre el río y el mar. Son movimientos de resistencia binacional no violenta a la ocupación. Su objetivo es superar el paradigma de confrontación 'nosotros o ellos' y crear una narrativa que dé esperanza a ambas partes basada en la liberación del oprimido y del opresor.
Es en estos movimientos de base donde la comunidad internacional debe inspirarse y dejarse guiar, pues solo trabajando desde dentro se puede superar la desconfianza cerval y la deshumanización del otro, y conseguir así acabar de una vez por todas con esta secuencia de tragedias en la que una parte del pueblo judío perseguido buscó refugio en Palestina y acabó persiguiendo al pueblo palestino.
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