Las fronteras invisibles de la globalización
Con las distancias desaparecen también todas las diferencias, excepto una: la económica. No se cruza el verdadero límite: el que separa a los que deciden de los que obedecen
Jesús G. Maestro Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada
Sábado, 4 de octubre 2025, 22:51
La globalización es más que un asunto controvertido. Tiene tantos simpatizantes como detractores, y unos y otros muy variopintos. La globalización se nos ha impuesto ... en nombre del bienestar económico y se presenta también como una fuerza benigna, que borra las distancias entre nosotros con el objetivo de unirnos a todos en una fraternidad universal. En determinadas zonas del planeta desaparecen los límites territoriales, pero no siempre para alcanzar mayor libertad. Surgen barreras de otra índole. Fronteras económicas muy difíciles de atravesar. Son los límites invisibles de la globalización. No se ven con los ojos, pero los siente el bolsillo.
Se ha dicho que la tarjeta de crédito ya sustituye al documento nacional de identidad o al visado internacional. Las viejas diferencias políticas o geográficas se esfuman, pero, en su lugar, crecen abismos financieros. Con las distancias desaparecen también todas las diferencias. Todas excepto una: la económica.
En esta nueva cartografía, los sistemas políticos funcionan como engranajes de una maquinaria económica global. Es como si el derecho mercantil estableciera leyes que corresponden al derecho civil. Las normas llegan a tu pueblo procedentes de sedes corporativas que no se sabe en dónde están. No hay fronteras que cruzar, sino 'lobbies' que gestionar. La movilidad, tan celebrada por los promotores de la globalización, no es tanto un derecho para todos cuanto un lujo reservado a quienes pueden pagar un pasaporte dorado.
La mayoría está atrapada en un analfabetismo funcional y feliz, entretenida haciendo comentarios en redes
El resultado es un mundo donde el pobre, aunque pueda atravesar continentes, no cruza la verdadera frontera: la que separa a los que deciden de los que obedecen. Unos trabajan para sobrevivir y otros ganan dinero para ejercer y preservar el poder propio o ajeno. Esa línea, invisible en los mapas, se dibuja en transacciones bursátiles, algoritmos del crédito, listas cerradas de directorios y consejos de administración.
Me pregunto si la globalización ha perfeccionado la desigualdad. En la globalización posmoderna del siglo XXI, las fronteras invisibles son mucho más eficaces y determinantes que los límites geográficos de antaño, porque no se cruzan con un pasaporte, sino con dinero que no todo el mundo puede llegar a tener. Entre las fronteras más decisivas e invisibles están, por lo menos, las siete que señalo a continuación.
En definitiva, estas fronteras no están hechas de piedra ni de alambre de espino, pero son muy difíciles de atravesar, porque se ocultan de forma intencional. El siglo XXI no las llama fronteras: las disfraza de condiciones de acceso, estándares de calidad o criterios de admisión. Pero en realidad son murallas invisibles que clasifican a la Humanidad en compartimentos estancos. La globalización, así considerada, es una nueva forma de organización de la libertad planetaria, no por países, sino por grupos económicos sin patria definida. ¿Cuál es la patria del euro?
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