No sin mi hermana

De todos es sabido: Leonor tiene una hermana, la Infanta Sofía. El Título II 'De la Corona' en la Constitución no establece rango de igualdad, ni da ninguna relevancia ni privilegio a la hermana de la heredera, más allá de lo que se establece en la línea sucesoria.

Sin embargo, a la madre de ambas, la Reina Letizia, se le atribuye el empeño de emparejar a la heredera en sus apariciones públicas con su hermana pequeña, presumiblemente en un intento de igualar a ambas.

Flaco favor hace la Reina, o el Rey, o ambos, a la Princesa Leonor. Da la impresión de que la heredera no puede valerse sin el 'cayado' de su hermana, cuando en las pocas ocasiones en que ha comparecido sola ha dejado clara su preparación. Incluso, su brillantez.

El domingo, la Princesa de Asturias hizo su primera visita a Gerona en calidad de, también, Princesa de Girona. Y ahí estaba su hermana con ella, «una segundona de primera», como la calificó un medio nacional. Su fiel escudera.

Parece acertado que ambas hermanas tengan la misma educación, no solo por lógica, sino porque ambas son, a día de hoy, las únicas posibilidades de la Familia Real española de cara a la sucesión.

Por contra, el empeño en exponer de forma conjunta a ambas hermanas, cual siamesas, va en detrimento de la 'marca' propia que Leonor tiene que labrarse.

Por primera vez, los Premios Princesa de Girona han reconocido este lunes el talento de cinco mujeres. Unos galardones, según su propia Fundación, que «tienen el objetivo de posicionar a toda una comunidad de jóvenes que quieran liderar su desarrollo personal y profesional y generar un impacto positivo».

Dejando de lado el debate sobre la conveniencia o no de una monarquía, la Princesa de Asturias tiene un rol que debe (y sabe) defender sin nadie que le haga de muleta.