Gobierno en dificultades
Solo cabe esperar que el pulso entre Sánchez y Casado no hurte oportunidades de recuperación que exigirían mayor consenso
La legislatura que el socialismo de Pedro Sánchez afrontó coaligándose con Unidas Podemos junto al apoyo parlamentario de ERC, PNV, Más País y Compromís alcanzará su ecuador al finalizar 2021, tras confrontar la pandemia y sus efectos económicos y sociales durante casi dos años, y cuando empiecen a llegar los fondos europeos de recuperación. Aunque los próximos meses van a estar condicionados también por las consecuencias de los resultados electorales de Madrid y por los efectos que los indultos que el Gobierno tiene a todas luces intención de decretar induzcan en la demoscopia fuera de Cataluña. El presidente Sánchez no cuenta para su mayoría de gobierno con una alianza alternativa a la de su investidura, porque tampoco ha tratado de buscarla. El PP de Casado y Ayuso consiguió situarse el 4-M en condiciones de disputar las próximas citas electorales buscando la alternancia. La consecuencia inmediata es que Sánchez y Casado no encuentren especiales incentivos en llegar a acuerdos sobre la renovación de las instancias dependientes de las Cortes Generales, sobre las reformas comprometidas en el contexto europeo o sobre cuántas cuestiones requieran políticas de Estado. Es previsible que asistamos a un pulso sin concesiones entre el PSOE y el PP. Con Pedro Sánchez obligado a cuidar sus apoyos parlamentarios hasta aventurarse en operaciones como la de los indultos, y con Pablo Casado tratando de asentar en la percepción pública un cambio de ciclo que devuelva a los populares el gobierno del país. Tras el 4-M y los riesgos contraídos con la concesión de medidas de gracia a los condenados del 'procés', Sánchez estaría más necesitado que antes de prolongar la legislatura, a la espera de que cuajen los planes de recuperación, y de que la 'cogobernanza' con los ejecutivos autonómicos atenúe la oposición a su ejecutoria. Pero una vez reinstalado el clima permanente de campaña electoral, Sánchez deberá decidirse entre agotar su actual mandato a finales de 2023 o convocar las generales antes de que en mayo de ese año se celebren los comicios locales y autonómicos. Dilema que está presente en el disenso socialista a cuenta de los indultos; en la confrontación entre el liderazgo del presidente y el arraigo territorial del PSOE. Solo cabe esperar que el regreso a un bipartidismo imperfecto no tensione todavía más la política española, hasta hurtar parte de las oportunidades de recuperación que exigirían mayor consenso institucional y parlamentario.