Rosa
Quizá los malos tratos, como los abusos a menores, no deberían prescribir nunca
Elena Moreno Scheredre
Viernes, 28 de noviembre 2025, 00:13
A veces, cuando me pilla el desalentador panorama de la política de este país, digo, un poco frívolamente, que me gustaría colaborar con la prensa ... rosa. Lo digo porque no me cabe ni un miligramo más de decepción ante nuestros representantes, pero teniendo en cuenta que solo el enunciado de este estilo de opinión sobre la intimidad de los famosos hace que se me rice el pelo, confieso que prefiero quedarme de este incoloro lado.
¿Rosa? ¿Por qué rosa? Evidentemente, todos sabemos que ese color se ha asociado al mundo femenino, consumidor, en teoría, de esa prensa. Es el color de los lazos de las niñas, de los complementos de Barbie y de una amplia gama; rosa pastel, rosa palo, rosa chicle, rosa bebé. Se emplea en los embalajes de productos femeninos y en cualquier publicidad que se precie. El colorcito de marras conecta con la idea de la existencia de una fragilidad tontuna en nuestro sector, de inocencia y de superficialidad, de algo efímero, volátil. Pero los cambios son lentos cuando inciden en la profundidad de ese inconsciente colectivo que ha dado por bueno nuestra peculiar existencia, así que... ajo y agua.
A veces me agarro, yo sola, unos cabreos monumentales cuando advierto que me han preparado un camino de 'rosas' para confundir mi sentido común, así que cuando leí en un periódico de marcado progresismo una entrevista a Antonia Dell'Atte, la primera mujer de Alessandro Lequio, opinador del corazón y sobrino del emérito para más señas, se me encendió una lucecita. Esta mujer llegó a España en 1991 y puso una denuncia en una comisaría de Madrid acusando a su, por entonces, marido de malos tratos y abandono de hogar. La retiró poco más tarde y, como tantas mujeres, lo hizo por sus condiciones vitales.
Tiempo después fue a la televisión y se hartó de llamar «maltratador» a su marido. Han pasado 34 años. Ella, gracias a su indignación, belleza y gestos marcadamente meridionales, fue catapultada a la fama como 'loca', 'exaltada', 'despechada'. Ahora en su entrevista denuncia su propia actitud, y las de los medios de comunicación que blanquearon a su exmarido durante años, tratándolo y haciéndole hueco entre el goloseo rosa. Habla de su sufrimiento, llama a algunas cosas por su nombre y aconseja a las mujeres que se encuentren en su situación que no quiten las denuncias, ni se expongan a juicios públicos y televisivos. Alessandro Lequio, colaborador habitual de Mediaset, fue cesado hace varios días. Suspiré cuando lo supe. Quizás los malos tratos, como los abusos a menores, no deberían prescribir nunca.
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