En la ciudad canadiense de Saskatoon hicieron un referéndum para decidir si el papel higiénico de los baños públicos debía colgar por delante o por ... detrás del rollo. Ganó la opción «por delante» y, aunque pueda parecer una tontería, es una de esas cosas que hacen feliz a la gente normal, la que pasea, va al baño y nunca ha comprado acciones del Sabadell ni del BBVA. En España tenemos una lista de problemas por resolver que atascarían una fotocopiadora industrial, desafíos en los que buscar consensos, preguntar al ciudadano y lograr puntos de encuentro para construir un país mejor, pero el Gobierno los ignora y nos convoca a que votemos 'on line' sobre la OPA del BBVA al Sabadell en una ilusión de democracia.
El Presidente Sánchez nos ha demostrado estos años que es alguien que merodea entre las urnas, las seduce, las rodea como un gato, las mira y se refleja en ellas como si fueran espejos de feria. Lo hemos visto enredar con papeletas detrás de un biombo en Ferraz y ha logrado gobernar después de perder elecciones, si es que gobernar es ir ganando tiempo y transformarlo en poder. Esta consulta es un capítulo más en su carrera de fondo, porque la OPA incomoda al Gobierno y el truco es tan evidente que recuerda a esas películas de Serie B donde se aprecia que el monstruo es en realidad un tipo dentro de un disfraz barato; debajo de esta votación de fantasía también hay un señor sudando.
En el modo populista de gobernar, la democracia participativa funciona como las luces de Navidad en el pueblo: se encienden cuando lo dice el alcalde. Ya lo hizo Pablo Iglesias cuando preguntó a la militancia sobre su chalet de Galapagar: decorado, atrezzo, encuestas de autoficción diseñadas para legitimarse en vez de para escuchar al pueblo. Estamos en la sociedad del espectáculo como dijo Guy Debord, y la consulta sobre la OPA no es más que una coartada, un espejismo para que luego ardan los votos en la chimenea del poder, ascienda al cielo de España la hermosa fumata blanca decidida de antemano y aparezca el Presidente saludando en un balcón.
Los que disfrutamos de la política como un entretenimiento no nos podemos quejar; Sánchez, nuestra rara criatura anfibia del poder moderno, nunca ha consultado al país por la amnistía ni por el cambio de postura en relación con el Sáhara, tampoco sobre el cierre de las nucleares o el gasto en defensa, pero ahora nos anima a participar en una votación para que opinemos sobre esa operación financiera. Es un chiste, una artimaña en el fondo y una chapuza en las formas porque se puede participar mil veces con el mismo DNI o poner un nombre falso y votar como Elvis Presley, David el Gnomo, o Buffy Cazavampiros; ofrece más garantías cualquier encuesta de las que planteamos nosotros en larioja.com sobre los conciertos de San Mateo.
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