Lo de hacer autocrítica siempre se nos ha dado mal. Los debates del estado de la región (o los de la nación, claro) son un ... gran ejercicio práctico de dicha incapacidad. No los de Concha Andreu o Pedro Sánchez, que también, sino todos. Las chapas de Pedro Sanz o Mariano Rajoy también son un gran manual del onanismo dialéctico. Todo estaba bien y si algo estaba mal la culpa era de los demás.
Ahí se fraguan las cacerías. Más allá de las de aquel tipo bajito que robó a España 40 años de libertad y las de ese señor que vive en Abu Dabi (el de la mordida de 100 millones de Arabia Saudí, el que donó 65 millones a su amante...), cada vez más son los que se sienten como un elefante de Bostuana abatido por un monarca y su churri.
En La Rioja, nuestro 'paquidermo' fue Mario Herrera. Quizá su nombre no les suene. Tampoco le recordarán por sus logros como director general. Pero si buscan en Google Nochevieja y Sojuela lo ubicarán: el amigo de Raquel Romero que fue atacado por un pino cuando conducía su BMW X3 en Nochevieja. Tuvo que dejar el coche en la carretera de Sojuela. Hasta olvidó avisar a la Guardia Civil. Sería el susto. El pobre.
Sin explicaciones ni autocrítica, cuando dimitió, lo hizo esparciendo basura y acusando a medios, periodistas y a la extrema derecha. Todos malos. Yo bueno.
Mónica Oltra le ha copiado el argumentario (más o menos) en su dimisión por ese expediente que primero dijo haber ordenado para negarlo posteriormente. Cero autocrítica. Solo cambio de versiones. Quizá su problema sea que realmente no cree en lo que predica. Que la honorabilidad sólo es exigible a los demás. Una versión personal de la cita que incorrectamente se atribuye a Groucho Marx: 'Éstos son mis principios y, si no le gustan, tengo otros'. Mónica también es de esos que tiene unos para ella y otros para los demás.
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