
Secciones
Servicios
Destacamos
Veo en Diario LA RIOJA a De Niro y a Depardieu en la misma página. Pero en hemisferios opuestos. El primero arriba, en Cannes; el ... segundo abajo, con condena de cárcel. En 1976, 'Novecento' se presentaba en el Festival fuera de competición pero dentro, en el cardio, de todo lo demás. La película fue, desde ese momento, de boca a oído y de puño en puño. Y en su drama, De Niro y Depardieu eran prácticamente hermanos. No de leche, pero sí de sangre: la que correría en el mundo –en su escenario italiano, en este caso– entre la muerte de Verdi y el auge del fascismo. Alfredo Berlinghieri, el hijo del patrón y Olmo Dalcó, el hijo de la servidumbre. Pero para Bertolucci, Alfredo, o sea Robert De Niro, era también el signo, la leche, la sangre y la sabia del cine norteamericano (aunque con la vesícula siciliana de Vito Corleone, claro) y Depardieu, el del francés, el que venía de los Resnais, Blier y Duras y de todo el post de la Nouvelle Vague. Alfredo, De Niro, en el mismo árbol genealógico y fílmico, era el nieto del senior de los Berlinghieri, ni más ni menos que Burt Lancaster: el origen, vaya, Hollywood (aunque de nuevo, imprescindible, con su afluente siciliano, con la autoridad política y poética que le había otorgado el incorporar al príncipe Salina de 'El Gatopardo' de Visconti y de Lampedusa).
Y –para mayor precisión en la ascendencia– Olmo Dalcó era nieto de Leo Dalcó; es decir: Sterling Hayden, otro fijo del cine norteamericano, desde Huston a Kubrick; pero también, y por esa resonancia, el McCluskey de 'El Padrino'. Bertolucci hizo también en 'Novecento' una película sobre las relaciones de poder, de mercado, de ideología y «de familia» entre el cine europeo, especialmente el italiano, y el cine norteamericano. Novecento era además de su tragedia política una película sobre la filiación cinematográfica, que es sanguínea y en ocasiones dramática, marcada por el amor y por el odio. La norteamericana: el padre padrone, y la europea: empobrecida por las guerras, menesterosa y dependiente –pero a la vez fascinada, empadronada– del emporio industrial norteamericano.
Pese a todo, existe un humus compartido entre ambos continentes, a pesar de los accidentes de la historia, una misma infancia de la ilusión que proveía el cine para representarnos por dentro y en sociedad. La nueva ficción que suponía, entre la maravilla y el documento. La posibilidad de mostrar e incluso de motorizar el movimiento, los movimientos. El corporal, el emocional, el político. Como Alfredo y Olmo –que a corto plazo se habrían de convertir en enemigos históricos– habían nacido y crecido en una misma hacienda, compartiendo su complicidad en los juegos y descubrimientos de la infancia y de la primera juventud. Me esfuerzo, en fin, con melancolía, en ver en De Niro y en Depardieu a lo eternos Alfredo y Olmo; de aunarlos en una misma página de la Historia. En ver a aquellos dos niños-ancianos hermanados hasta la última secuencia de sus vidas en un último gesto de entrega al final de su tiempo, rebasados por el violento tren (real, no metafórico) del curso de la Historia. Y sin embargo, como escamoteados de la muerte gracias al truco de elipsis del cine.
Pero ahora la página está rota. Uno está en la sección de espectáculos y otro en la de tribunales. En el 76 del novecento (siglo, película y Cannes), Depardieu caminaba por la alfombra roja del comunismo cromático y político. Aquel rojo pintado por Storaro y armonizado por Morricone. Y argumentado por Bertolucci. Estelas de rojo operístico, mural y coral. Un Verdi rojo casi negro. Este es otro siglo, pero Alfredo y Olmo, los Alfredos y Olmos de este mundo se perpetúan, la lucha de clases es otra y la misma, el fascismo ha cambiado el color de su camisa. Y se ha invertido la tragedia: Depardieu/ Olmo se ha hecho ruso y pro Putin. Y De Niro/ Alfredo, opositor al hacendista global Trump.
La página de Diario LA RIOJA certificaba la fractura entre hermanos y entre siglos; el fin definitivo del Risorgimiento. Una segunda muerte de Verdi.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.