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1
Pitonisa
La mujer tiene tatuada en su antebrazo izquierdo la línea 1, Valdecarros-Pinar de Chamartín, y en el derecho la línea 12, la Metro- ... Sur. Son los primeros días del verano y viste una camiseta sin mangas, por eso los tatuajes están a la vista. Es una mujer de unos cuarenta años. Me he montado en Tirso de Molina, en la 1, y voy sentado porque tengo que subir hasta Tetuán y me queda un trecho. Estoy a su lado y no puedo evitar seguir las paradas en su antebrazo izquierdo en vez de en el gráfico del vagón, como suelo hacer. De pronto me parece que estoy cometiendo una indiscreción y desvío la mirada. Pero entonces es ella la que se dirige a mí y me dice que si quiero me puede leer el futuro en las líneas del Metro. Lleva tatuadas la línea 1 porque es la más antigua y la línea 12 porque es la más larga. Me asegura que es suficiente para sondear todo el sistema circulatorio suburbano. Le extiendo mi antebrazo izquierdo y ella perita su trazado sanguíneo, que entre el arco arterial palmar y la vena cefálica, ya muy arriba, se correspondería con todo el recorrido de la línea 1, en la que viajamos, y que es la que se dirige al corazón. Al de Madrid y al mío. Me asegura que ve unidos ambos destinos. Y me advierte que como medida general tenga cuidado con el trombo entre el vagón y el andén. Se baja en Bilbao. A mí, me ha entrado un hormigueo en el antebrazo.
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2
Cómico
Canal está petada. Y es que hoy actúa Julián, «el cómico del Metro». Los miércoles hace la Línea 2. No es una ruta teatralizada. Es un chaval que estudia arte dramático y de esta manera se saca unos eurillos para la matricula del año siguiente. Yo no le visto nunca. Me monto, expectante. Y cuando la megafonía del vagón anuncia que la próxima estación es «Quevedo», surge Julián disfrazado con una golilla, un pelucón y unos quevedos, y en el minuto que queda hasta llegar al andén anunciado parodia 'Poderoso caballero es don dinero'. No se baja casi nadie en las próximas tres estaciones. Es su público. Tiempo que él aprovecha para transformarse en un Pavarotti total y cuando 'cantan' «Próxima estación Ópera», él se arranca por «¡Oh, sole mío!». Yo me iba a bajar en Sol, pero decido seguir hasta el final de la función, que acaba en Manuel Becerra porque se disculpa por no haber oído «Próxima estación Goya» (¿lo pillan?). En «Sevilla» le da al bluetooth, suena el tema y hace una imitación de Miguel Bosé que te partes. Y en «Banco de España» se pone el chándal y la máscara de La Casa de Papel y reparte monedas de chocolate. Me recomiendan que –en otras líneas– no me pierda su sketch en «Velázquez» ni el número que monta en «Santiago Bernabéu», incorporando él sólo toda la plantilla.
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3
Pickpocket
Opera en bucle por la línea gris. Los de las taquillas y los guardias jurados, que saben de sus artes, le apodan «el Robin Hood de la Circular». Es como un carterista pero al revés. No sustrae nada de las mochilas o de los bolsillos de los viajeros, si no que muy al contrario introduce cosas. Su limpieza en el juego de manos es extraordinaria. Accede al punto en una fracción de segundo y su acción es invisible. Elige siempre convoys repletos. Y es muy rápido. En un solo trayecto puede ocuparse de tres o cuatro viajeros, que cuando desciendan del vagón encontrarán en sus bolsillos un boleto de lotería, una entrada de teatro o un bono de transporte. De todo esto me enteré tras bajarme en Ciudad Universitaria. Vi que tenía abierta la cremallera de la mochila y al cerrarla me encontré dentro el naipe de un «as de oros». Tendrá este hombre ochenta años; se debe llamar Marcel y me cuentan que fue en tiempos el prestidigitador más joven del antiguo Circo Price, hasta que se cerró y se quedó en la calle. O debajo.
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