Oiga, ¿es ahí el Louvre? Hola, mire, que somos los ladrones de mañana. Que a ver a qué hora les viene bien que nos pasemos... ... Pero eso es muy pronto, ¿no? ¿No podría ser un poco más tarde? Es que hoy tenemos un robo fuera y vamos a volver ya de noche; luego descargar, bañar a los niños, cenar un poco. Más que nada es porque mañana es domingo. Y con dos hijos pequeños los festivos son complicados. A nosotros, a media mañana, nos vendría bien. Bueno... de acuerdo... Pues entonces entre nueve y nueve y media, si no se puede a otra hora qué le vamos a hacer, es lo que hay. Ya nos arreglaremos. Si es por lo de la conciliación familiar; que es que no ves crecer a los hijos, tanto trabajar y trabajar, ¿me entiende? Póngase en mi lugar... No, no vamos a molestarles mucho, descuide. En seis o siete minutos hemos hecho. Y no les vamos a ensuciar ni a romper nada. Sí, llevamos guantes. De látex. Y limpiacristales. Para no dejar los dedazos. Pues habíamos pensado ir con ropa de operarios de mantenimiento. Con los buzos de amarillo fosforito y naranja, que dan muy bien en las cámaras de seguridad...
¡Ah, bueno!, con eso tampoco hay problema; si no podemos entrar por la puerta principal ya entraremos por una ventana de la fachada. No se preocupen. Ya estamos acostumbrados. Casi mejor, mire, más a nuestro aire, porque es hora punta y ya habrá muchos turistas. Y tampoco se trata de molestar a nadie. Ni que no te dejen tampoco a ti hacer tu trabajo, claro. Además te empiezan a hacer fotos, que si un selfie... Y así no se puede trabajar. Sí, sí, nosotros llevamos la escalera. No hace falta que nos dejen una, no, de verdad, muy amables. Con ésta ya hemos robado en muchos sitios.
¿Qué planta es, por cierto, la de la ventana? Bien, hasta ahí llegamos de sobra. Es una escalera muy alta. De montamuebles, porque mi cuñado tiene una empresa de mudanzas y nos la presta. Si acaso igual yo les espero abajo, que sufro de vértigos... Pues por fin vamos a ser cuatro nada más. En principio íbamos a ser seis, pero a uno le ha salido un robo aquí cerca, de una gente con la que trabaja mucho, y el otro tenía una boda de una sobrina en Clermont Ferrand. Sí, sobrina única, no podía no ir. Es que es su padrino. ¡Claaaaaro!
Ya es casualidad, sí, desde luego. Intentamos hablar con dos colegas con los que ya hemos robado varias veces, y siempre muy bien, por si podían, pero también tenían otros compromisos. Es que en este trabajo no hay fines de semana. Es muy esclavo. Pero que nosotros cuatro nos valemos, vaya.
Que llevamos muchos años. Total, ocho o nueve piezas te caben en una bolsa del súper. No pesan nada. Lo único, esto sí es importante, la alarma de las vitrinas, que no se la dejen puesta, porque luego suena por todo el museo y la gente se asusta. Y si nos llaman al móvil y no cogemos, ustedes insistan, porque entre la radial, que es muy escandalosa, y el pasamontañas igual no les oímos. Mejor nos hacen una perdida y luego ya si eso les llamamos nosotros.
¡Ah!, una cosa. Que dejaremos las motocicletas al pie de la escalera. Mal aparcadas, sí, ya sabemos que ahí no se puede aparcar. Por eso se lo advierto, para que no nos multen, ¿eh? No nos salga la torta un pan. En el último robo al que fuimos, porque nos rebajaron por prontopago, pero si no, una ruina, por las multas. Es para huir luego rápido, que el tráfico está fatal por toda esa zona, y ya nos ha pasado alguna vez de pararnos la policía por exceso de velocidad. Y otra cosa: mañana dan lluvia. Si lloviera mucho, ya lo dejaríamos para la semana que viene. Es que muy incómodo robar si está lloviendo; luego llegas empapado a casa y a lo peor te agarras un gripazo, que estas fechas ya son muy traidoras...
Pues por nuestra parte, nada más, muchas gracias. La verdad es que en el Louvre nos lo ponen todo siempre muy fácil. Así da gusto. No parece trabajo. Entonces quedamos así, ¿no? Venga, hasta mañana. Cualquier cosa, nos llamamos. Y a ver si un día volvemos con más tiempo».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión