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Los jugadores de Bélgica celebran un gol.
Los ‘diablos rojos’ son una amenaza
OCTAVOS DE FINAL

Los ‘diablos rojos’ son una amenaza

La entrada de Lukaku en la prórroga dinamitó a Estados Unidos, que intentó resurgir de sus cenizas en una reacción soberbia

Ignacio Tylko

Martes, 1 de julio 2014, 01:08

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Fue el partido más desequilibrado de octavos de final, ya que la emergente Bélgica superó con creces a Estados Unidos, pero tuvo que decidirse en una prórroga excepcional en la que resultó decisiva la incorporación del fresco Lukaku. En el Mundial de la igualdad y la emoción, nada menos que cinco de los ocho duelos del primer cruce no se resolvieron en el tiempo reglamentario. Y si no hubo penaltis es porque Courtois lo evitó ante Dempsey.

Bélgica es una selección atractiva. Es cierto que pudo perder porque Wondolowski tuvo la última ocasión antes del alargue, pero hubiera sido de lo más injusto. Si no goleó fue por la soberbia actuación de Tim Howard, el veterano portero del Everton que mejora como los grandes vinos, con el paso de los años. Sus jugadores atesoran talento, son jóvenes y juegan con desparpajo. Se construye el equipo desde atrás, como casi todos en el fútbol moderno, pero sale de la cueva con rapidez, profundidad y peligro porque sabe utilizar las bandas. Distrae por dentro y Mertens y Hazard profundizan muy bien por afuera.

Fue mucho mejor que Estados Unidos ya en el primer tiempo, pero le faltaron tres detalles fundamentales: algo de pausa en el centro del campo, acertar en el último pase y, sobre todo, pegada. Se mostró como un grupo consistente, que por algo se presentó en el primer cruce con sólo un tanto encajado, y con la sorpresa en el once titular de Origi, con buenos movimientos pero peleado con el gol en este partido unidireccional hasta que Estados Unidos se vio derrotada y atacó a la desesperada.

Marc Wilmots fue buen cocinero antes que fraile y sabe cómo gestionar un vestuario. Al jugador que sale y cumple, como hizo ante la Rusia de Capello el jovencísimo delantero del Lille, de sólo 19 años, le da continuidad. Ya lo hizo con Mertens tras ejercer como revulsivo en el estreno ante Argelia y esta vez no le tembló el pulso para dejar en el banquillo a Lukaku, una de las estrellas de los diablos rojos. Se marchó muy enfadado de Maracaná, al ser sustituido en ese último partido ante los rusos, y sufrió su castigo el ariete que creció esta temporada con Roberto Martínez en el Everton y al que pretende el Atlético. Salió en la prórroga y la rompió.

Asedio belga

Hasta siete veces sacaron de esquina los belgas ya en ese primer acto, pero todas ellas sin consecuencia porque los norteamericanos defendieron la estrategia con contundencia. Howard inició su recital. Salvó con el pie un tiro de Origi que llevaba marchamo de gol y arengó a sus compañeros para que se emplearan con más intensidad.

Altidore no jugó porque acaba de salir de una lesión y Dempsey fue el único punta. Estuvo muy solo este veterano y buen delantero del Seattle Sounders. Es bregador y competitivo, pero le faltó poder asociarse. Bradley, el centrocampista del Toronto por el que pasa todo el juego de los yanquis, se mostró impreciso en los pases y sus pérdidas propiciaron los contragolpes europeos.

Pudo penetrar el equipo de Klinsmann por la derecha porque ahí Bélgica tenía un problema con Vertonghen. Acompañaba siempre a Zusi, que se venía al centro y dejaba espacios a Johnson, hasta que se lesionó en los isquiotibiales, y luego a Yedlin, su sustituto. Pero sus centros no inquietaron a Courtois, que sólo tuvo que hacer una paradita en ese período inicial de clara superioridad belga.

En el otro lateral, sin embargo, Toby Alderweireld, central suplente en el Atlético, jugó siempre con la cabeza alta. Salvo una jugada al final en la que no salió, rompió el fuera de juego y concedió una ocasión clarísima, acertó en defensa, en la salida y en los pases, aunque le faltan velocidad y atrevimiento para desdoblar hasta la línea de fondo. Jugó al final de titular Kompany, que pasó una prueba de última hora. Es el líder de esta selección pero con frecuencia comete errores groseros, como el de ganarse una tarjeta por una falta absurda, y muy dura, en campo contrario.

El dominio belga se intensificó tras el descanso porque Estados Unidos perdió definitivamente el balón. Las ocasiones se sucedieron. El portero del Everton desvió un cabezazo tan bombeado del pequeño Mertens que casi le sorprende y un disparo de Vertonghen. Origi fue incapaz de rematar a portería vacía y luego cabeceó al travesaño. Seguía el asedio. Un vistoso taconazo de Mertens rozó el palo antes de ser sustituido el extremo del Nápoles por Mirallas. Origi, Mirallas, Hazard y Kompany, que se recorrió todo el campo, erraron otras ocasiones pintiparadas. Era increíble que el marcador no se moviera.

Los americanos se mantenían como un púgil groggy contra las cuerdas, a la espera de alguna contra letal. Les golpeaban pero no les noqueaban y seguían vivos. Klinsmann mantenía al veterano Jermaine Jones, aunque el medio del Besiktas pedía a gritos el cambio porque ni quitaba ni daba. Lo mejor de Estados Unidos, junto a su portero, eran los controles de Klinsmann cuando le caía el balón en la zona de banquillos.

Pero la oportunidad del partido, ya en el descuento, la tuvo Wondolowski. Estaba solo para empujarla ante Courtois, pero la dio picuda. La prórroga era de nuevo inevitable. La entrada de Lukaku y el gol de De Bruyne, que acertó casi en la oportunidad más difícil, dinamitó a los norteamericanos. Lukaku pareció sentenciar pero quedaba el inmenso arreón final yanqui, animado por el gol de Green. Tenía que aparecer aún Courtois en otro partido grandioso.

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