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Hazard, durante un momento del partido.
Bélgica avanza en el colorido Maracaná
Primera Fase

Bélgica avanza en el colorido Maracaná

Los cambios vuelven a dinamizar a los 'diablos rojos' y el conservadurismo castiga a Capello

Ignacio Tylko

Domingo, 22 de junio 2014, 00:56

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Muy por encima del discreto partido, resuelto casi al final con un remate de Origi tras gran jugada de Hazard, el mejor ejemplo del emergente fútbol belga, destacaron el ambiente y la atmósfera futbolera de Maracaná. El mítico estadio rebosó colorido por esa mezcla cromática entre el amarillo de los anfitriones, el rojo y el blanco. Contrastes marcados aún más por el sol que iluminaba Río en un choque jugado a partir de la una de la tarde en Brasil.

Aunque los belgas habían ganado su primer compromiso ante los argelinos y los rusos no pasaron del empate frente a Corea del Sur, a causa de un grave error del portero Akinfeev, desde el principio se comprobaron talantes diferentes de ambos equipos. Los 'diablos rojos' tratan de dominar y los de Fabio Capello, con este método conservador que siempre le caracterizó, prefieren el contragolpe.

El expreparador del Real Madrid ha dotado a esta selección de un espíritu de sacrificio que casi nunca tuvo y ha construido el bloque de atrás hacia adelante, pero es silbado por los exigentes hinchas rusos que prefieren un juego más vistoso. Además, tenía enorme respeto por un rival que llegó a Brasil como 'outsider' y presenta, según Capello y casi todos los analistas, su mejor equipo desde aquella selección que lideró el pequeño Scifo en los años 80.

No fue el de Maracaná precisamente su encuentro más brillante pero Bélgica disfruta de un gran jugador por línea -Courtois en la portería, Kompany en el centro de la zaga, Hazard en el centro del campo y Lukaku arriba- y de excelentes complementos y alternativas. Sus internacionales tienen desparpajo y rompen bien por ambos costados.

La mano izquierda de Wilmots

Marc Wilmots, su técnico, se sabe ganar el vestuario con decisiones como las que tomó en Maracaná, donde dio la titularidad a Fellaini y Martens porque se lo ganaron en la remontada ante los magrebíes. El centrocampista, de pésimo rendimiento en el Manchester United, siempre fue algo frío y parsimonioso pero el del Nápoles es un fenomenal extremo. Es diestro, aunque en el PSV ya demostró manejarse mejor por la izquierda y Rafa Benítez algunas veces le utiliza de enganche. Posee desborde y un gran disparo, aunque es algo irregular. Ante los argelinos, dinamizó a su equipo y marcó el gol de la victoria. Y de sus disparos nacieron las mejores ocasiones belgas en el primer tiempo. Fue de más a menos y reemplazado con acierto por su técnico.

Llama la atención jovencísimo Lukaku, delantero del Everton pretendido por el Atlético. Parece desgarbado pero es rápido, se mueve bien al espacio y la pide enseguida, aunque en este partido no recibió balones porque los rusos supieron cerrar las líneas de pase. Presenta alguna similitud con Diego Costa pero participó tan poco del juego que fue sustituido al poco de iniciarse la segunda parte. Y Origi, el recambió, marcó el gol de la victoria cuando unos y otros parecían conformarse con el empate.

En los rusos cabe hablar del joven Kokorin por varios aspectos. Es un delantero rápido y hábil que se desenvuelve mejor como segunda punta pero que Capello lo utiliza arriba porque le considera idóneo para los contragolpes. Es más de driblar que de rematar y quizá por ello falló la ocasión más clara. Cabeceó libre de marca un magnífico centro que le llegó desde la izquierda, pero giró mal el cuello y no acertó con la portería. Courtois sólo miraba, ya resignado a su suerte. Alderweireld, central suplente para Simeone y lateral derecho con su país porque Van Buyten y Kompany son intocables en el eje de la zaga, no encimó al pasador.

El portero propiedad del Chelsea tuvo que hacer dos buenas intervenciones en ese primer acto al estirarse para desviar sendos tiros de Fayzulin y Kanunnikov. Y poquito más. No había goles y faltaba algo de intensidad, pero los hinchas celebraban el espectáculo haciendo la ola.

La tardanza de Capello a la hora de realizar los cambios y el acierto de su colega belga al mover el banquillo resultaron la clave. El calor apretaba, todos ofrecían signos de cansancio y buscaban más el agua que el balón, pero las incorporaciones de Mirallas, delantero catalán por parte de madre, y de Origi, atacante del Lille, fueron determinantes. Bélgica celebra el regreso a octavos por vez primera desde 2002 y Rusia tiembla. El 'fair play' de los 'diablos rojos' tendrá mucho que ver en el desenlace del grupo, sobre el papel el más sencillo del Mundial.

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