El sector del vino de Rioja pide quedar fuera del arancel general del 15%
Gobierno regional, Consejo Regulador y Federación Española del Vino insisten en reclamar una exención que salve un mercado fundamental
Después de tantos meses de pizarritas, contraofertas, porcentajes alocados, gruesas amenazas y frenéticas negociaciones, el pasado domingo, desde Escocia, llegó finalmente una cifra. La administración ... Trump y la Unión Europea han alcanzado el acuerdo de que a todos los productos del Viejo Continente, con carácter general, Washington les imponga un arancel del 15%. Sin embargo, en su comparecencia ante la prensa, la presidenta de la UE, Ursula von der Layen, dejó al menos una puerta abierta: aseguró que «algunos productos agroalimentarios» estratégicos podrían burlar este listón y quedar libres de tasas fronterizas.
Por esta rendija quiere colarse el sector del vino, principal damnificado en La Rioja de la política proteccionista de Donald Trump. Estados Unidos se ha convertido ya en el segundo mercado del vino de la DOC, tanto en volumen como en valor. «Todavía queda poder negociador; de momento no se ha plasmado nada por escrito y hasta que no figure en un boletín hay tiempo para seguir negociando», apostilla la consejera de Agricultura del Gobierno de La Rioja, Noemí Manzanos.
Tanto el Consejo Regulador como la Federación Española del Vino (FEV) y el Grupo Rioja comparten este visión. «Aún tenemos la esperanza de que se materialice esa exención a productos agroalimentarios estratégicos; es una oportunidad que va a agotar Rioja por todos los resortes y a través de las organizaciones de las que forma parte», advierte José Luis Lapuente, director general del Consejo. «Es cierto que no es el 30% con el que amenazaba Trump, pero en cualquier caso no estamos contentos con ese 15%. Lo que estamos pidiendo es que, igual que va a haber algunos productos considerados estratégicos a los que se va aplicar un arancel cero, haya una excepción para el sector vitivinícola, tanto para el americano como para el europeo. Vamos a insistir en ello», subraya Íñigo Torres, director general de Grupo Rioja, la principal asociación bodeguera de la DOC.
Desde la Federación Española del Vino (FEV), su director general, José Luis Benítez, recuerda que esta es una petición antigua y, lo que resulta reseñable, compartida a ambos lados del Atlántico: «Lo que nosotros pedimos con cierto énfasis es que el vino esté entre los productos agroalimentarios sobre los que dijo la presidenta Von der Layen que se iba a negociar un arancel cero por cero. Es algo que venimos reclamando desde hace meses y en lo que, además, estamos de acuerdo con el sector del vino de EE UU, tanto el productor como el comercializador».
Un duro impacto
Mientras se pule el acuerdo y a la espera de que la letra pequeña desvele qué productos han quedado finalmente libres de arancel –si acaso hay alguno–, la música no suena bien. Aunque el acuerdo con Trump viene a cerrar varios meses de incertidumbre máxima, incluso con amenazas de imposición de aranceles del 200%, la cifra final no es un trago de buen gusto para nadie. «Todo lo que sea hablar de aranceles dificulta el comercio –expone Íñigo Torres–. Al elevar el arancel del 10 al 15%, el vino se encarece aún más en Estados Unidos y obliga a nuestras bodegas a hacer un esfuerzo suplementario». Algunos números ayudan a entender el impacto: en 2024, las ventas de vino de Rioja a Washington crecieron un 17% hasta sumar los 10,4 millones de litros. El mercado norteamericano representó el 15% en valor y 10,5 de cada cien botellas enviadas fuera de España con la contraetiqueta de la DOC acabaron en el país de Trump. «Lo de buscar otros mercados está muy complicado –señala Torres–. El consumo de vino a nivel mundial se está reduciendo y Estados Unidos es uno de los mercados más relevantes que tenemos».
Si se confirma el arancel del 15%, los vinos de Rioja –como los franceses o los italianos– quedarían además en desventaja frente a las botellas que llegan de Chile, Argentina o Nueva Zelanda, que, al menos de momento, se van a ver penadas con un arancel menor, del 10%. Desde el Consejo Regulador, no obstante, su director general, José Luis Lapuente, anima a confiar en la «resiliencia» de Rioja y en la fortaleza de su posición en el mercado americano.
Con el vino pendiente de la letra pequeña, los demás sectores económicos en La Rioja, aunque a priori menos afectados, tampoco reciben buenas noticias. Sheila Argaiz, responsable del departamento internacional de la Federación de Empresarios (FER), recuerda que a los aranceles del 15% se suma la actual fortaleza del euro frente al dólar, lo que todavía dificulta más la exportación. «No es una buena noticia –resume–. Lo mejor es que esa incertidumbre que sobrevolaba el mercado se ha aclarado, pero es un arancel que tendrá impacto. No tanto como para la expulsión del mercado, pero será importante».
Desde el Gobierno de La Rioja, la consejera de Agricultura, Noemí Manzanos, ratifica el compromiso del presidente Capellán de reunirse con los sectores afectados para «apoyarles en sus demandas y diseñar una estrategia para afrontar la nueva situación». Tal y como advierte Sheila Argaiz, una barrera del 15% en un mercado tan importante obligará a reformular las tácticas comerciales de muchas empresas.
Con mayor alivio respira la industria automovilística europea, que ha visto cómo los aranceles del 27,5% se reducirán al 15%. Aunque de manera indirecta, también esta es una borrasca cuyos coletazos podrían acabar llegando La Rioja, con varias factorías destinadas a la fabricación de componentes para coches.
Las autoridades europeas enfatizan que con este acuerdo se ha evitado una guerra comercial de consecuencias imprevisibles, pero nadie está contento y los protagonistas a lo sumo señalan una sensación agridulce, aunque, como matiza la consejera Manzanos, «mucho más agria que dulce».
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