Aradón, la bodega que cultiva el disfrute
Enoturismo. La cooperativa de Alcanadre invita al visitante a un recorrido en paralelo al vino y explora en cada una de las etapas del proceso de elaboración donde no faltan grandes depósitos de hormigón
En el año 1956, amparados por un régimen legal que favorecía la creación de cooperativas, nació la Cooperativa Vinícola Riojana San Roque, que tiempo después ... dio lugar a la marca comercial Bodegas Aradón, aludiendo a la antigua villa romana que dio lugar a la actual Alcanadre.
Actualmente la cooperativa cuenta con 56 familias de la localidad riojabajeña, lo que la convierte en uno de los principales motores económicos de Alcanadre. En muchos casos se trata de las segundas o terceras generaciones de aquellos que fundaron la bodega hace varias décadas. Ellos aportan unas 500 hectáreas de viñedo tanto en Alcanadre como Ausejo, muchas veces en las zonas más altas de las colinas que rodean la villa, y donde con frecuencia la vid convive en una armonía perfecta con almendros y olivos centenarios.
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Visita Aradón
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Horario: De martes a sábado de 11.00-14.00 horas.
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Incluye: Visita a la bodega. Degustación de 3 vinos y aperitivo con productos locales.
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Precio: 15 € adultos; . Niño (6-17 años) 6 €
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Duración: 80 minutos aproximadamente. 40 min. visita + 40 degustación.
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Degustación Aradón
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Horario: De martes a sábado de 11.00-14.00 horas.
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Incluye: Degustación de 3 vinos y aperitivo de embutidos de la zona.
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Precio: 10 €/adulto
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Duración: 50 minutos aproximadamente.
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Acceso: Adaptado a personas con necesidades especiales.
Como ocurre en Rioja, el tempranillo está presente en sus vinos, pero como también sucede más específicamente en Rioja Baja u Oriental, la garnacha (cuyas vides propias alcanzan hasta 85 años de antigüedad) cobra una gran importancia en la producción de esta bodega, que incluso elabora monovarietales de ambos, y también de graciano.
La garnacha está muy presente en los vinos que elabora Aradón, pero sin olvidar al tempranillo clásico
La cooperativa recibe cada campaña medio millón de kilos de uva de sus 56 familas cooperativistas
La bodega ha renovado su imagen con el diseño de nuevas etiquetas para vestir a sus vinos
Después de poner en contexto al visitante con la explicación del origen de la bodega, se le anuncia que la cooperativa –como muchas de las de Rioja– vende uva, vende graneles y vende vino embotellado porque cada año, cuando abre sus puertas en vendimia recibe en torno a tres millones de kilos de uva, lo que le permite atender a muchos frentes, además de poner en el mercado unas 500.000 botellas que se van en un 60-70% a diferentes puntos de la geografía nacional mientras que entre el 30 y 40% viaja a otros países de Europa, América y Asia, principalmente.
Preservar el ecosistema
El enoturista inicia el recorrido por la instalación sabiendo que aunque el viñedo no está certificado como ecológico, sí que desde la propia bodega se tratar de preservar en todo lo posible el ecosistema y el propio viñedo, por ello, se trabaja la confusión sexual como una medida preventiva ante las plagas.
Conocido esto, el visitante realiza un viaje inmersivo por la bodega, donde avanza por el mismo recorrido que realizan los kilos de uva –primero– y los litros de zumo de uva –después– antes de llegar a convertirse en vino.
El visitante cuando entra en la zona de elaboración y deja atrás la de recepción y selección de racimos, descubre grandes depósitos de acero inoxidable (44 de 50.000 litros cada uno), pero también descubre los depósitos de hormigón que durante muchos años fueron tradicionales de Rioja y que ahora, con los cambios de modas y tendencias, parecen volver a cobrar el protagonismo perdido.
Es en los depósitos donde los enólogos de la empresa tratan de homogeneizar los vinos (antes de pasarlos por la madera) para que mantengan la uniformidad de sus calidades.
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Esa zona de los depósitos mantiene una humedad natural que le otorga la presencia, en el subsuelo, el denominado 'río madre' que regia con sus aguas subterráneas buena parte del entorno de la bodega.
El mosto pasa después a las barricas (de roble francés principalmente, pero también con presencia de madera americana) cumple el doble propósito de albergar el vino durante la crianza, pero también durante su fermentación (maloláctica), por eso, algunas de esas barricas que 'decoran' la nave disponen de una gran placa metálica en su parte inferior.
Después de su paso por la barrica, el vino se afina en las botellas que descansarán durante un periodo en el botellero de la bodega –en jaulones metálicos– a la espera de sus etiquetado y encontrar su destino definitivo en una copa levantada en cualquier punto del planeta.
Renovación estética
La última etapa de la visita la constituye el tránsito por la tienda que también hace las veces de wine bar y donde el visitante experimenta de modo práctico en la copa –durante la cata– las explicaciones teóricas recibidas en su recorrido por la bodega riojabajeña.
Además, ahora el visitante puede descubrir ya la nueva imagen de la bodega que no solo ha cambiado las etiquetas de sus botellas, sino que también ha variado el lema que le había acompañado durante los últimos años («Aradón, vinos de altura»), pero el moderno «Cultivando el disfrute».
El nuevo claim; la modernización de sus etiquetas (más alargadas buscando la elegancia) y con un recuerdo al carácter artesanal de sus vinos y de las pequeñas parcelas de los cooperativistas pero sin olvidar la A de su nombre; la nueva tipografía, que abandona la tradicional terrosa –una evocación al terroir– por una más estilizada que facilita la lectura y la rápida identificación de unos vinos blancos, rosados, tintos jóvenes y de crianza que encuentra un buen acomodo en los mercados nacionales e internacionales. Incluso las cápsulas han adquirido una nueva tonalidad para aportar 'alegría' a los vinos de Bodegas Aradón.
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