El solar de Bosonit: una manzana histórica que busca una nueva vida
La puerta de entrada entre la calle Puente y la Mayor que tanto supuso para Logroño, cuenta ahora con un clamoroso vacío
La Rúa o calle Mayor, oficialmente Marqués de San Nicolás, es el germen, junto a la paralela Ruavieja y el camino de San Gregorio, del ... Logroño histórico. El origen de un asentamiento que cruzaba el puente de piedra medieval y transitaba hacia el oeste por esas arterías que construyeron la ciudad. Y esa puerta de entrada entre la calle Puente y la Mayor que tanto supuso para Logroño, cuenta ahora con un clamoroso vacío. Un solar que fue creciendo con los años, derribo tras derribo, y que parecía haber encontrado su destino con la sede de la tecnológica Bosonit, otro proyecto fallido más para la manzana que ahora aspira a un uso residencial, como el que tuvo durante siglos.

La parcela junto a la Iglesia de Palacio
La parcela, en 2023, año en el que se anunció el proyecto de Bosonit.
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Año 2011
Estado del solar cuando se encontraba escoltado por inmuebles como el que está pegado a Palacio, el último en ser derribado.
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Año 2003
La esquina de la calle Puente con Marqués de San Nicolás mantenía en pie unos edificios que tardarían una década en demolerse.

La parcela junto a la Iglesia de Palacio
La parcela, en 2023, año en el que se anunció el proyecto de Bosonit.
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Año 2011
Estado del solar cuando se encontraba escoltado por inmuebles como el que está pegado a Palacio, el último en ser derribado.
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Año 2003
La esquina de la calle Puente con Marqués de San Nicolás mantenía en pie unos edificios que tardarían una década en demolerse.

La parcela junto a la Iglesia de Palacio
La parcela, en 2023, año en el que se anunció el proyecto de Bosonit.
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Año 2011
Estado del solar cuando se encontraba escoltado por inmuebles como el que está pegado a Palacio, el último en ser derribado.
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Año 2003
La esquina de la calle Puente con Marqués de San Nicolás mantenía en pie unos edificios que tardarían una década en demolerse.
El inicio de la calle Mayor fue fruto de una de las primeras expansiones de la urbe. Federico Soldevilla, cronista de Logroño, menciona que «llega un momento que Ruavieja queda como una zona más destinada a los servicios y la nueva calle Mayor se convierte en la parte noble». Hogar de ilustres familias, entre ellas el marqués de San Nicolás, que bautiza hoy la vía, pero era también, en el conjunto que formaba con la salida del puente y Ruavieja, un entorno de hospederías, veterinarios, herreros, carpinteros, carniceros... «Los que venían a vender se ponían lo más cerca posible de la entrada de la ciudad», reseña Soldevilla.
Era, igualmente, un centro vinícola, con presas y lagares referenciados desde el siglo XVII y cuyo valor, en ocasiones, quedan por salir a la luz. Pedazos de nuestra historia. La casa proyectada por el arquitecto Quintín Bello (calle Puente, 13), derribada hace una década «cuenta debajo con una bodega muy relacionada con la aduana de los siglos XVI y XVII, donde estaban los almacenes de peso de la harina, a los que la gente se acercaba para comprobar las medida que había en la ciudad». Ya en el siglo XIX, desde ese tramo de la calle Mayor se accedía a las traseras del teatro Liceo o de la primera sede de la Cocina Económica. Ese entorno transitó el emperador Carlos V cuando visitó la iglesia de Santa María de Palacio en 1520 o el rey Amadeo de Saboya en 1871 en la inauguración del hospital.
Pero en fechas más cercanas, en el pasado siglo, la manzana –hoy agrupada bajo la dirección calle Marqués de San Nicolás, 20– también contaba con múltiples historias. «Llama la atención que, en lo que hoy ocupa el solar, había 16 casas, que fueron desapareciendo», apunta Federico Soldevilla, describiéndola como un entorno lleno de vida, con variados comercios, como la tienda de guitarras y academia del célebre Paulino Fernández. Pero mientras se esperaba a un PERI (Plan Especial de Reforma Interior) «que realizase una gran actuación en toda la manzana, las casas se iban degradando sin arreglos», indica Soldevilla: «Allí vivían personas que se tuvieron que reubicar y al final se abandona el Casco Antiguo, y es que en paralelo desaparecen los pocos servicios que podía haber:el bar, el taller, la carnicería, la tienda...».
El penúltimo intento por revitalizar la zona llegó en 2011, cuando una cooperativa de viviendas planeaba la construcción de unos cuarenta pisos, que se anunciaban en las fachadas de los degradados edificios que les dejarían espacio. Quedó en nada, como el reciente proyecto de Bosonit. La empresa tecnológica adquirió el solar en 2020, cuando aún quedaba el último de los edificios por demoler, el contiguo a la iglesia de Palacio. Tres años después anunció el proyecto para su sede, diseñado por el reputado arquitecto japonés Kengo Kuma, que suscitó polémica por el posible impacto en el entorno. Finalmente, Bosonit renunció al mismo y la parcela volverá a manos del Ayuntamiento, que plantea ahora la construcción allí de 35 viviendas de protección oficial.
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