Tres canciones de Zapato Veloz en el concierto de Zapato Veloz
'El tractor amarillo', 'Tribu comanche' y 'Hay un gallego en la luna' fueron los temas originales del resucitado trío gallego en una actuación repleta de versiones en clave de cachondeo para divertir al público logroñés
Lo verdaderamente trágico de este San Mateo en Logroño es que los conciertos marginales, como los de Los Calis y Zapato Veloz, ... en otras ocasiones secundarios, enterrados en el programa por otros que deberían ser más importantes, han acabado siendo principales en base a una rácana agenda musical, con solo un Mikel Izal que llevarse a la boca y que ha acabado superado en público por el grupo de rancheras Puro Relajo. A la peña La Rioja, que programó a Zapato Veloz como el año pasado perpetró la actuación de Leticia Sabater, hay que agradecer que solo retrasaran media hora la actuación. Podría haber sido una o dos horas la demora para poder disfrutar del tremendo concierto. Siempre hay que ponerse en lo peor para que los problemas parezcan más triviales. Uno se imagina a los nuevos Zapato Veloz negándose a actuar si no les agasajaban con un catering sibarita: «O nos sirven unas bravas del Jubera o no salimos».
Los originales cantantes asturianos Javier Díaz Gotín, José Carlos Álvarez Fernández y Mario Mosteiro Fernández, ya jubilados y viviendo de los derechos de autor, cedieron el testigo a Eros Pérez, Jonathan Castaño y José Manuel Martínez cuando el productor Juan Miguel Osuna quiso resucitar la banda que triunfó en el verano de 1992. Así, pasada la medianoche y con la sintonía de 'Desafío total' aparecieron en el escenario disfrazados de astronautas, después de un cuarto de hora con los peñistas haciendo el indio en sus reservadas primeras filas como un palco VIP del Bernabeu. Unas 500 personas presenciaron aquello y, curiosamente, ni un alma se asomó a las ventanas ni para saber, aunque fuera por curiosidad, qué ruido era eso. Un esperpento. Fue una gamberrada con el único fin de hacer pasar un buen rato a los logroñeses, con buen humor y buena intención, lo malo es que a esa hora, en San Mateo, en Logroño, estaba eso o Maialen y Patxi en la Casa de Andalucía.
Para arrancar, algo fuerte e inolvidable, 'Hay un gallego en la luna', una de esas canciones que inmortalizó Zapato Veloz. El directo prometía. Tan descarado fue el 'play back' de inicio que los propios cantantes tuvieron que pedir que elevaran el volumen de los micrófonos para interpretar la segunda e inolvidable canción, 'Ilarié', de Xuxa. Ya en la tercera canción, la sinceridad: «¡Ahora sí se nos oye!». Y lo increíble: 'Antes muerta que sencilla'; el tema con el que España ganó Eurovisión Junior. Entonces hasta se echó de menos a Leticia Sabater. Y qué explicarles de cuando sonó 'El baile del gorila' de Melody. Es mejor que se inscriban a un retiro espiritual y biodanza.
Cuando sonó la segunda canción de Zapato Veloz, 'Tribu comanche', hubo cierta añoranza por la juventud perdida, aquella en la que los inocentes infantes educados por la iglesia católica se montaban en las atracciones de feria que tenían esa melodía como canto de sirena para chocarse y comportarse como orangutanes salvajes. Y qué decir del reguetón de 'Mandanga Style': «Dime qué te gusta, dilo, nena, te voy a dar salami aquí en la arena. Me da igual si eres rubia o morena, tengo pa'ti mandanga de la buena». Casi solo fue más insólito que, al bajar al público a hacer una conga con 'Pluma gay' de Los Morancos, descubrieron que una espectadora portaba, a la 1 de la madrugada, queso rallado, beicon crudo, sopa de sobre y Conguitos. «Que he hecho la compra en Mercadona», justificó la anónima.
Para desagradable, el olor a vómito que había en el cruce de las calles Caballero de la Rosa y San Matías, donde se colocó el escenario, hasta tal punto que uno de los cantantes exclamó en medio de la actuación: «¡Cómo huele, por Dios!». Tras poco más de una hora de concierto cantaron 'El tractor amarillo' con un preámbulo y boato como si fuera a sonar la novena sinfonía de Beethoven. El éxtasis, la caja de Pandora abierta, la cuadratura del círculo, la escalera de Escher que, por fin, llega a alguna parte, el gato de Schrödinger vivo para siempre (o muerto). Y eso fue todo porque solo tres canciones de Zapato Veloz sonaron en el concierto de Zapato Veloz -aquí habrá quien se pregunte, siquiera, si tenían dos-. Solo una cosa con sentido dijeron al despedirse y pedir que la gente levantara los brazos para hacerse una foto con el público: «¡Arriba las manos, esto es un atraco!».
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